Página 66 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 6
perder; Dios nos llama a preocuparnos por la gente como quienes
tendrán que rendir cuenta. Llamad la atención sobre nuevos princi-
pios e insistid en la verdad inequívoca. Será como una espada de
dos filos; pero no os apresuréis a asumir una actitud controversial.
Habrá ocasiones cuando tendremos que mantenernos quietos y ver la
salvación de Dios. Permitid que hable Daniel, que hable el Apocalip-
sis, y decid lo que es verdad. Pero, cualquiera que sea el contenido
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del tema que se presente, elevad a Jesús como el centro de toda
esperanza, “la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente
de la mañana”.
Apocalipsis 22:16
.
Las reuniones de alabanza
En los servicios de nuestros congresos campestres debiera haber
cantos y música instrumental. Los instrumentos musicales se usaban
en los servicios religiosos en la antigüedad. Los adoradores alababan
a Dios con arpas y címbalos, y actualmente la música debe tener
su lugar en nuestros servicios. Esto aumentará el interés y debiera
llevarse a cabo una reunión de alabanza cada día, un servicio sencillo
de gratitud a Dios. Si tuviéramos un verdadero sentido de la bondad,
la misericordia y la paciencia de Dios, y si de nuestros labios salieran
más alabanzas para honrarlo y glorificarlo, existiría mucho más
poder en nuestros congresos campestres. Necesitamos cultivar más
fervor del alma. El Señor dice: “El que sacrifica alabanza me honrará;
y al que ordenare su camino, le mostraré la salvación de Dios”.
Salmos 50:23
.
La obra de Satanás consiste en lograr que se hable de lo que le
concierne a él mismo. Se deleita en lograr que los seres humanos
hablen de su poder, de la obra que realiza por medio de los hijos de
los hombres. Por el descuido de participar en tales conversaciones,
la mente llega a entenebrecerse, a amargarse y a ser desagradable.
Podemos convertirnos en canales de comunicación para Satanás,
por los cuales fluyan palabras que no llevan calor a ningún corazón.
Pero, decidamos que esto no sucederá. Decidamos no ser conductos
a través de los cuales Satanás comunicará pensamientos tenebrosos
y desagradables. No permitamos que nuestras palabras tengan sabor
de muerte para muerte, sino sabor de vida para vida.