Página 69 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Los congresos campestres
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nuestras fuerzas debemos urgirles a contemplar a Jesús y a aceptar su
vida de renunciación y sacrificio. Debemos mostrar que esperamos
que ellos traigan gozo al corazón de Cristo al utilizar cada uno de
sus dones para honrar su nombre.
Muchos de los que asisten a un congreso campestre están ago-
biados por el pecado. No se sienten seguros en sus iglesias. Debe
darse oportunidad a los que están perturbados y necesitan reposo
espiritual, para que encuentren ayuda. Después de un sermón, debe
invitarse a quienes desean seguir a Cristo, para que expresen sus
deseos. Llamad a todos los que no están satisfechos a fin de que
se preparen para la venida de Cristo, y a todos los que se sienten
agobiados y cargados, a acercarse voluntariamente. Que los que son
espirituales conversen con estas personas y oren con ellas y por
ellas. Emplead mucho tiempo en oración y muy esmerado escudri-
ñamiento de la Palabra. Dejad que todos reciban las realidades de la
fe genuina en sus propias almas, al creer que el Espíritu Santo les
será impartido, porque tienen verdadera hambre y sed de justicia.
Enseñadles cómo rendirse personalmente a Dios, cómo crecer, có-
mo reclamar las promesas. Dejad que el profundo amor de Dios se
exprese en palabras de ánimo, en palabras de intercesión.
Que haya más súplicas ante Dios por la salvación de las almas.
Trabajad desinteresada y decididamente con un espíritu ferviente.
Estimulad a la gente a entrar a la cena del Cordero. Que haya más
súplicas, más fe, más aceptación y más cooperación con Dios.
Existe la más desesperante indiferencia y descuido respecto a la
gran salvación. Debe despertarse a los indiferentes, o se perderán.
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Dios dio a su propio Hijo para salvar al pecador culpable, y se
propone contrarrestar con sus agentes las agencias satánicas que
se han confabulado para destruir a las almas. El Señor ha hecho
provisión para que el Salvador crucificado pueda ser revelado a los
pecadores. Aunque están muertos en sus delitos y pecados, hay que
despertar su atención mediante la predicación de Cristo y de éste
crucificado. Todo el mundo tiene que convencerse de la malignidad
del pecado. Los ojos del pecador deben ser iluminados. Que todos
los que han sido guiados a Cristo cuenten su historia de amor. Que
todos los que hayan experimentado el poder transformador de Cristo
en su propia alma hagan lo que puedan en el nombre del Señor.