Página 76 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 6
Después de un congreso campestre, puede ser difícil retener a los
oradores principales durante varias semanas para cultivar el interés
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despertado. Podría ser costoso retener las facilidades del terreno y
mantener en pie un número suficiente de tiendas de campaña de
familias para mantener la apariencia de una concentración religiosa.
Podría ser un gran sacrificio que varias familias permanecieran en el
lugar para ayudar a los pastores y obreros bíblicos en sus visitas y los
estudios bíblicos con los que vienen a las reuniones. También pueden
ayudar visitando a la gente en sus casas, hablando de las bendiciones
recibidas en las reuniones e invitándolos a asistir. Sin duda será
difícil obtener un número suficiente de obreros para continuar la
obra con éxito. Pero los resultados justificarán el esfuerzo. Gracias a
esos abnegados y enérgicos esfuerzos algunos de nuestros congresos
campestres han contribuido a levantar iglesias sólidas y activas. Y
es justamente por medio de esa obra abnegada como el mensaje del
tercer ángel debe presentarse a los habitantes de nuestras ciudades.
Un número considerable de oradores suele asistir a los congresos
campestres durante unos pocos días, y justo cuando se ha despertado
el interés de los asistentes, casi todos ellos deben ausenetarse para
actuar en otras reuniones, lo cual deja sólo dos o tres oradores en la
concentración para contender con la influencia depresiva del trabajo
de desarmar y transportar las tiendas de campaña de las familias.
Cuánto mejor sería si las reuniones se continuaran durante más tiem-
po; si de cada iglesia vinieran personas preparadas para permanecer
un mes o más, ayudando en las reuniones y aprendiendo cómo traba-
jar con entusiasmo. Entonces, cuando regresen a sus hogares podrían
llevar a sus iglesias una valiosa experiencia. Cuánto mejor sería si
algunos de los mismos oradores que despertaron el interés de la
gente durante las reuniones más concurridas, permanecieran para
dar seguimiento mediante una prolongada serie bien estructurada
de reuniones. Este plan requeriría que se realizaran varias de ellas
simultáneamente, lo cual no permitiría que algunas personas asistie-
ran a todas las reuniones. Pero debemos recordar que la obra debe
terminarse “no con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha
dicho Jehová de los ejércitos”.
Zacarías 4:6
.
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El trabajo no debiera concluir cuando terminan las reuniones en
los terrenos del congreso campestre. Se presentaron doctrinas que
resultan nuevas y extrañas para los asistentes. Aquellos que se han