Página 160 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 9 (1998)

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La escuela de médicos evangelistas de Loma Lind
Mientras asistía al Congreso General celebrado en Washington,
D.C., en 1905, recibí de J. A. Burden una carta en la que describía
una propiedad que él había visto a cosa de seis kilómetros de Red-
lands. Al leer esa carta, tuve la impresión de que se trataba de uno
de los lugares que había visto en visiones, y le telegrafié inmediata-
mente que sin tardanza comprase la propiedad. Cuando, más tarde,
visité dicha propiedad, pude reconocer en ella uno de los lugares
que yo había visto en sueños casi dos años antes. ¡Cuán agradecida
estoy hacia nuestro Dios porque nos hizo obtener ese lugar!
Una de las principales ventajas de Loma Linda es la agradable
variedad de paisajes encantadores que la rodean. Se disfruta de una
extensa y magnífica perspectiva sobre los valles y montañas circun-
dantes. Y lo que importa aún más que la magnificencia del paisaje
o los hermosos edificios y los extensos terrenos, es la situación de
esta institución, en las cercanías de un distrito muy poblado que da
ocasión de comunicar el mensaje del tercer ángel a un número muy
grande de personas. Necesitamos mucho discernimiento espiritual
para reconocer las dispensaciones de la Providencia mientras abren
el camino delante de nosotros para que el mundo sea alumbrado.
La adquisición de esta propiedad trae sobre nosotros la pesada
responsabilidad de dar un carácter especial a la obra de la institución,
haciendo de Loma Linda no solamente un sanatorio, sino también
un centro de educación. Debe establecerse allí una escuela para la
formación de evangelistas médico-misioneros. Esta obra tiene gran
alcance y es indispensable principiarla bien. El Señor tiene el própo-
sito de hacer una obra especial en este campo. Me ha encargado que
invite al pastor Haskell y a su esposa a que nos ayuden a emprender
una obra análoga a la que ellos realizaron en Avondale. Obreros
experimentados han consentido en unirse al personal de Loma Linda
Manuscrito leído en presencia de los delegados al Congreso de la Asociación
General, en Washington, D.C., el 1 de junio de 1909.
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