Un poder misterioso que convence
            
            
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              y no me quites tu santo Espíritu!
            
            
              ¡Restitúyeme el gozo de tu salvación,
            
            
              y el Espíritu de gracia me sustente! ...
            
            
              ¡Líbrame del delito de sangre, oh Dios,
            
            
              el Dios de mi salvación!
            
            
              ¡cante mi lengua tu justicia!
            
            
            
            
              Sentir un arrepentimiento como éste es algo que supera nuestro
            
            
              propio poder; se lo obtiene únicamente de Cristo, quien ascendió a
            
            
              lo alto y dió dones a los hombres.
            
            
              Precisamente en este punto es donde muchos yerran, y por ello no
            
            
              reciben la ayuda que Cristo quiere darles. Piensan que no pueden ir a
            
            
              [26]
            
            
              Cristo a menos que se arrepientan primero, y que el arrepentimiento
            
            
              los prepara para que sus pecados les sean perdonados. Es verdad
            
            
              que el arrepentimiento precede al perdón de los pecados; porque
            
            
              es únicamente el corazón quebrantado y contrito el que siente la
            
            
              necesidad de un Salvador; pero para poder ir al Señor Jesús, ¿debe
            
            
              el pecador esperar hasta que se haya arrepentido? ¿Debe hacerse del
            
            
              arrepentimiento un obstáculo entre el pecador y el Salvador?
            
            
              La Sagrada Escritura no enseña que el pecador deba arrepentirse
            
            
              antes de poder aceptar la invitación de Cristo: “¡Venid a mí todos los
            
            
              que estáis cansados y agobiados, y yo os daré descanso!
            
            
            
            
              La virtud
            
            
              proveniente de Cristo es la que nos induce a un arrepentimiento
            
            
              genuino. El apóstol Pedro presentó el asunto de una manera muy
            
            
              clara cuando dijo a los israelitas: “A éste, Dios le ensalzó con su
            
            
              diestra para ser Príncipe y Salvador, a fin de dar arrepentimiento a
            
            
              Israel, y remisión de pecados.
            
            
            
            
              Tan imposible es arrepentirse si el
            
            
              Espíritu de Cristo no despierta la conciencia como lo es obtener el
            
            
              perdón sin Cristo.
            
            
              El es la fuente de todo buen impulso. Es el único que puede
            
            
              implantar en el corazón enemistad contra el pecado. Todo deseo de
            
            
              verdad y pureza, toda convicción de nuestra propia pecaminosidad
            
            
              evidencian que su Espíritu está obrando en nuestro corazón.
            
            
              Jesús dijo: “Yo, si fuere levantado en alto de sobre la tierra, a
            
            
              todos los atraeré a mí mismo.
            
            
            
            
              Cristo debe ser revelado al pecador
            
            
              como el Salvador que murió por los pecados del mundo; y mientras
            
            
              contemplamos al Cordero de Dios sobre la cruz del Calvario, el
            
            
              misterio de la redención comienza a revelarse a nuestra mente y
            
            
              [27]