Página 30 - El Camino a Cristo (1993)

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El Camino a Cristo
padre según la carne podría ser tan paciente con las faltas y los
yerros de sus hijos, como lo es Dios con aquellos a quienes trata de
salvar. Nadie podría argüir más tiernamente con el pecador. Jamás
enunciaron los labios humanos invitaciones más tiernas que las diri-
gidas por El al extraviado. Todas sus promesas, sus amonestaciones,
no son sino la expresión de su amor inefable.
Cuando Satanás acude a decirte que eres un gran pecador, alza
[36]
los ojos a tu Redentor y habla de sus méritos. Lo que te ayudará será
mirar su luz. Reconoce tu pecado, pero di al enemigo que “Cristo
Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores,
y que puedes ser
salvo por su incomparable amor. El Señor Jesús hizo una pregunta
a Simón con respecto a dos deudores. El primero debía a su señor
una suma pequeña y el otro una muy grande; pero él perdonó a
ambos, y Cristo preguntó a Simón cuál deudor amaría más a su
señor. Simón contestó: “Aquel a quien más perdonó.
Hemos sido
grandes deudores, pero Cristo murió para que fuésemos perdonados.
Los méritos de su sacrificio son suficientes para presentarlos al Padre
en nuestro favor. Aquellos a quienes ha perdonado más le amarán
más, y estarán más cerca de su trono para alabarle por su grande
amor y su sacrificio infinito. Cuanto más plenamente comprendemos
el amor de Dios, mejor nos percatamos de la pecaminosidad del
pecado. Cuando vemos cuán larga es la cadena que se nos arrojó
para rescatarnos, cuando entendemos algo del sacrificio infinito que
Cristo hizo en nuestro favor, nuestro corazón se derrite de ternura y
contrición.
[37]
Hechos 2:38; 3:19
.
Mateo 27:4 (V. Valera)
.
Juan 1:9 (V. Valera)
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Salmos 32:1, 2
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Salmos 51:1-14
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Mateo 11:28
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Hechos 5:31
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Juan 12:32
.
Apocalipsis 22:17
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Daniel 10:8
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Filipenses 3:6
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Romanos 7:9
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Lucas 18:13
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Jeremías 13:23 (V. Valera)
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