El gozo de la colaboración
            
            
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              quien, “por amor de vosotros se hizo pobre, siendo rico; para que
            
            
              vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.
            
            
            
            
              Y sólo mientras
            
            
              cumplimos así el designio que Dios tenía al crearnos puede la vida
            
            
              ser una bendición para nosotros.
            
            
              [80]
            
            
              Si trabajáis como Cristo quiere que sus discípulos trabajen y
            
            
              ganen almas para El, sentiréis la necesidad de una experiencia más
            
            
              profunda y de un conocimiento más amplio de las cosas divinas, y
            
            
              tendréis hambre y sed de justicia. Intercederéis con Dios y vuestra
            
            
              fe se robustecerá; vuestra alma beberá en abundancia de la fuente
            
            
              de salvación. El encontrar oposición y pruebas os llevará a leer la
            
            
              Escritura y a orar. Creceréis en la gracia y en el conocimiento de
            
            
              Cristo y adquiriréis una rica experiencia.
            
            
              El trabajo desinteresado por otros da al carácter profundidad,
            
            
              firmeza y una amabilidad como la de Cristo; trae paz y felicidad
            
            
              al que posea tal carácter. Las aspiraciones se elevan. No hay lugar
            
            
              para la pereza ni el egoísmo. Los que de esta manera ejerciten las
            
            
              gracias cristianas crecerán y se harán fuertes para trabajar por Dios.
            
            
              Tendrán claras percepciones espirituales, una fe firme y creciente y
            
            
              aumentará su poder en la oración. El Espíritu de Dios, que mueve
            
            
              el espíritu de ellos, pone en juego las sagradas armonías del alma,
            
            
              en respuesta al toque divino. Los que así se consagran a un esfuerzo
            
            
              desinteresado por el bien ajeno están obrando ciertamente su propia
            
            
              salvación.
            
            
              El único modo de crecer en la gracia consiste en hacer desin-
            
            
              teresadamente la obra que Cristo nos ordenó hacer: dedicarnos, en
            
            
              la medida de nuestra capacidad, a auxiliar y beneficiar a los que
            
            
              necesitan la ayuda que podemos darles. La fuerza se desarrolla con
            
            
              el ejercicio; la actividad es la condición misma de la vida. Los que
            
            
              se esfuerzan por mantener su vida cristiana aceptando pasivamente
            
            
              las bendiciones comunicadas por los medios de gracia, sin hacer
            
            
              nada por Cristo, procuran simplemente vivir comiendo sin trabajar.
            
            
              [81]
            
            
              Pero el resultado de esto, tanto en el mundo espiritual como en el
            
            
              temporal, es siempre degeneración y decadencia. El hombre que
            
            
              rehusara ejercitar sus miembros no tardaría en perder la facultad de
            
            
              usarlos. Asimismo, el cristiano que no ejercite las facultades que
            
            
              Dios le dió, no sólo dejará de crecer en Cristo sino que perderá la
            
            
              fuerza que tenía.