El gozo de la colaboración
            
            
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              consagrar sus habilidades al servicio de Dios. Muchos han llegado
            
            
              a la conclusión de que únicamente cierta clase favorecida recibe
            
            
              talentos, y que esto excluye a los demás, que por supuesto no son
            
            
              llamados a participar de las tareas ni de los galardones. Pero no es
            
            
              ésta la enseñanza de la parábola. Cuando el señor de la casa llamó a
            
            
              sus siervos, dió a cada uno
            
            
              su
            
            
              trabajo.
            
            
              Con espíritu de amor, podemos ejecutar los deberes más humil-
            
            
              [83]
            
            
              des de la vida “como para el Señor.
            
            
            
            
              Si tenemos el amor de Dios
            
            
              en el corazón se manifestará en nuestra vida. El suave perfume de
            
            
              Cristo nos rodeará y nuestra influencia elevará y beneficiará a otros.
            
            
              No debéis esperar mejores oportunidades o capacidades extraor-
            
            
              dinarias para empezar a trabajar por Dios. No necesitáis preocuparos
            
            
              de lo que el mundo dirá o pensará acerca de vosotros. Si vuestra vida
            
            
              diaria atestigua la pureza y sinceridad de vuestra fe, y los demás
            
            
              están convencidos de que deseáis hacerles bien, vuestros esfuerzos
            
            
              no serán enteramente perdidos.
            
            
              Los más humildes y más pobres de los discípulos de Jesús pue-
            
            
              den ser una bendición para otros. Tal vez no crean que están haciendo
            
            
              algún bien especial, pero por su influencia inconsciente pueden ini-
            
            
              ciar olas de bendición que se extenderán y profundizarán, cuyos
            
            
              benditos resultados ellos mismos desconocerán hasta el día de la
            
            
              recompensa final. No les parece que estén haciendo algo grande. No
            
            
              necesitan cargarse de ansiedad por el éxito. Basta que sigan adelante
            
            
              quedamente, haciendo fielmente la obra que la providencia de Dios
            
            
              les asigne, y no habrán vivido en vano. Sus propias almas reflejarán
            
            
              cada vez mejor la semejanza de Cristo; son colaboradores de Dios
            
            
              en esta vida, y se están preparando para la obra más elevada y el
            
            
              gozo sin sombra de la vida venidera.
            
            
              [84]
            
            
              [85]
            
            
            
              Mateo 20:28
            
            
              .
            
            
            
              Juan 1:29
            
            
              .
            
            
            
              2 Corintios 8:9 (V. Valera)
            
            
              .
            
            
            
              1 Corintios 7:24
            
            
              .
            
            
            
              Colosenses 3:23
            
            
              .