Página 173 - Consejos para los Maestros (1971)

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Las escuelas intermediarias
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en vuestros anuncios. Siendo fieles en la escuela, debéis demostrar
que estáis trabajando basados en principios fundamentales, princi-
pios que prepararán a los alumnos para entrar por las puertas de
perla de la ciudad celestial. La salvación de las almas es de mucho
más valor que la simple preparación intelectual. Una jactanciosa
ostentación de saber humano, la manifestación de orgullo por la
apariencia personal, no tiene valor. El Señor aprecia la obediencia a
su voluntad; porque el hombre puede glorificar a Dios únicamente
si anda humilde y obedientemente delante de él.
Al darnos el privilegio de estudiar su Palabra, el Señor ha puesto
delante de nosotros un rico banquete. Muchos son los beneficios
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que derivan del alimentarse de su Palabra, que él representa como su
carne y su sangre, como su espíritu y su vida. Al comer su Palabra,
aumenta nuestra fuerza espiritual, crecemos en la gracia y el cono-
cimiento de la verdad. Se forman y fortalecen hábitos de dominio
propio. Las flaquezas de la infancia—inquietud, caprichos, egoísmo,
palabras apresuradas, actos apasionados—desaparecen, y en su lugar
se desarrollan las gracias de la virilidad y la femineidad cristianas.
Si vuestros alumnos, además de estudiar la Palabra de Dios
aprenden tan sólo a usar correctamente el lenguaje en la lectura, la
escritura y la conversación, se habrá realizado una gran obra. A los
que se preparen para servir en la causa de Dios, se les debe enseñar
a hablar correctamente en la conversación común y delante de las
congregaciones. La utilidad de más de un obrero se perjudica por
su ignorancia acerca de la respiración correcta y la pronunciación
clara y enérgica. Muchos no han aprendido a recalcar debidamente
las palabras que pronuncian. Con frecuencia la enunciación es poco
clara. Una preparación cabal en el uso del idioma es de mucho
más valor para un joven que un estudio superficial de las lenguas
extranjeras, con descuido de la lengua materna.
Sea la escuela dirigida de acuerdo con las normas de las antiguas
escuelas de los profetas, colocando la Palabra de Dios en el funda-
mento de toda educación. No intenten los alumnos asirse primero
de los peldaños superiores de la escalera. Hay quienes han asistido
a otras escuelas pensando que podían obtener una educación avan-
zada; pero se afanaron tanto por alcanzar los peldaños superiores
de la escalera que no fueron suficientemente humildes como para
aprender de Cristo. Si hubiesen colocado primero sus pies en los