La necesidad de hacer lo mejor posible
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que procuran honrar y glorificar a Dios, debemos estudiar para ser
aprobados de él como obreros que no tienen de qué avergonzarse.
El debido uso del don del habla
El que trabaja para Dios debe hacer esfuerzos fervientes para
llegar a ser representante de Cristo, descartando todos los ademanes
inconvenientes y el lenguaje tosco. Debe esforzarse por usar un
lenguaje correcto. Hay una clase numerosa que manifiesta descuido
en su manera de hablar, cuando por atención cuidadosa y esmerada,
podrían llegar a ser representantes de la verdad. Cada día tienen que
progresar. No debieran cercenar su utilidad e influencia albergando
defectos en sus modales, tono o lenguaje. Las expresiones comunes
y triviales deben reemplazarse por palabras correctas y puras. Por
constante vigilancia y disciplina ferviente, los jóvenes cristianos
pueden guardar su lengua del mal y sus labios de pronunciar engaño.
Debemos ser cuidadosos en no pronunciar incorrectamente nues-
tras palabras. Hay entre nosotros, hombres que en teoría saben evitar
el uso de lenguaje incorrecto, pero que en la práctica cometen fre-
cuentes errores. El Señor quiere que seamos cuidadosos en hacer
lo mejor posible, usando sabiamente nuestras facultades y oportu-
nidades. Ha concedido a los hombres dones que pueden bendecir y
edificar a otros; es pues nuestro deber educarnos de tal manera que
seamos idóneos para la gran obra que se nos ha confiado...
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Al leer o recitar, la pronunciación debe ser clara. Un tono nasal
o una actitud desgarbada debe corregirse en seguida. Toda falta de
claridad debe señalarse como deficiencia. Muchos se han permitido
adquirir la costumbre de hablar de una manera indistinta, como si su
lengua fuera demasiado grande para su boca. Este hábito ha trabado
grandemente su utilidad.
Los que tienen esos defectos de pronunciación podrían vencerlos
si se sometieran a las críticas y a la corrección. Deben practicar
con perseverancia el hablar en tono bajo y distinto, ejercitando los
músculos abdominales en la respiración profunda, y haciendo de la
garganta el conducto de comunicación. Muchos hablan rápidamente,
y en un tono alto que no es natural. Esta práctica perjudicará la
garganta y los pulmones. Como resultado del continuo maltrato, los