Página 198 - Consejos para los Maestros (1971)

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Consejos para los Maestros
órganos débiles e inflamados enfermarán y ello puede resultar en
consunción.
El método de Cristo
Los ministros y maestros deben dedicar atención especial al cul-
tivo de la voz. Deben aprender a hablar, no de una manera nerviosa
y apresurada, sino con enunciación lenta, distinta y clara, y conser-
vando la música de la voz. La voz del Salvador era como música a
los oídos de aquellos que habían estado acostumbrados a la prédica
monótona y sin vida de los escribas y fariseos. El hablaba lenta e
impresionantemente, recalcando las palabras a las cuales deseaba
que sus oyentes prestasen atención especial. Ancianos y jóvenes,
ignorantes y sabios, todos podían comprender el pleno significado
de sus palabras. Esto habría sido imposible si él hubiese hablado en
forma apresurada, acumulando frase sobre frase sin pausa alguna. La
gente lo escuchaba con mucha atención, y se dijo de él, que hablaba
no como los escribas y fariseos; porque su palabra era como de
quien tiene autoridad...
La manera en que Cristo enseñaba era bella y atrayente, y se
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caracterizaba siempre por la sencillez. El revelaba los misterios del
reino de los cielos por el empleo de figuras y símbolos con los cuales
sus oyentes estaban familiarizados; y el común del pueblo le oía
gustosamente, porque podía comprender sus palabras. No usaba
palabras altisonantes, para cuya comprensión habría sido necesario
consultar un diccionario.
Jesús ilustraba las glorias del reino de Dios por el uso de los
incidentes y los sucesos de la tierra. Con amor compasivo y tierno,
alegraba, consolaba e instruía a todos los que le oían; porque sobre
sus labios se derramaba la gracia a fin de que pudiese presentar a los
hombres de la manera más atrayente los tesoros de la verdad.
Así es como él quiere que presentemos su verdad a otros. La
facultad del habla es de gran valor, y la voz debe cultivarse para
bendición de aquellos con quienes tratamos.