Página 200 - Consejos para los Maestros (1971)

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Consejos para los Maestros
¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que
se lo pidan?”.
Lucas 11:11-13
.
Nos allegamos a Dios en el nombre de Jesús por invitación
especial, y él nos da la bienvenida a su cámara de audiencia. El
imparte al alma humilde y contrita aquella fe en Cristo por la cual
ella es justificada. Jesús disipa sus transgresiones como una nube
densa, y el corazón consolado exclama: “Cantaré a ti, oh Jehová;
pues aunque te enojaste contra mí, tu indignación se apartó, y me has
consolado”.
Isaías 12:1
. El tal comprenderá por experiencia propia
las palabras de Pablo: “Porque con el corazón se cree para justicia,
pero con la boca se confiesa para salvación”.
Romanos 10:10
.
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El hombre llega a ser entonces un agente que Dios puede emplear
para realizar sus propósitos. Representa a Cristo, y ofrece al mundo
su misericordia y amor. Tiene un testimonio que desea hacer oír a
otros. En el lenguaje del salmista dice: “Bendice, alma mía, a Jehová,
y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová,
y no olvides ninguno de sus beneficios. El es quien perdona todas
tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias; el que rescata del
hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias”.
Salmos
103:1-4
.
Al testificar por Cristo
Dios nos ha dado el don del habla para que podamos relatar
a otros cómo él nos trata, para que su amor y compasión pueda
conmover a otros corazones, y que de otras almas puedan elevarse
también alabanzas a Aquel que nos ha llamado de las tinieblas a
su luz admirable. El Señor ha dicho: “Vosotros sois mis testigos”.
Isaías 43:10
. Pero todos los que son llamados a testificar por Cristo,
deben aprender de él a fin de ser testigos eficientes. Como hijos del
Rey celestial, deben educarse para dar testimonio en voz clara y
distinta, y de tal manera que nadie pueda recibir la impresión de que
les cuesta hablar de la misericordia del Señor.
En la reunión de testimonios, la plegaria debe elevarse de tal
manera que todos puedan ser edificados; los que toman parte en este
ejercicio deben seguir el ejemplo dado en la hermosa oración que
hizo el Señor en favor del mundo. Esta oración es sencilla, clara y
abarcante, y sin embargo, no es larga ni sin vida, como lo son a veces