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Consejos para los Maestros
el principio era igual al Padre, y sacrificó su vida para que un pueblo
pudiese subsistir ante él, redimido de todo lo terreno, renovado en la
imagen de Dios.
Son ilimitadas las concesiones de Dios en nuestro favor. El trono
de la gracia reviste la atracción más elevada, porque lo ocupa Aquel
que nos permite llamarle Padre. Pero Jehová no consideró completo
el plan de la salvación mientras estaba solamente investido de su
amor. Colocó en su altar a un Abogado revestido de su naturaleza.
Como nuestro intercesor, el cargo de Cristo consiste en presentarnos
a Dios como sus hijos e hijas. Intercede en favor de los que le reci-
ben. Con su propia sangre pagó su rescate. En virtud de sus propios
méritos, les da poder para ser miembros de la familia real, hijos del
Rey celestial. Y el Padre demuestra su amor infinito hacia Cristo
recibiendo como a sus amigos, a los amigos de Cristo y dándoles
la bienvenida. Está satisfecho con la expiación hecha. Queda glo-
rificado por la encarnación, la vida, la muerte y la mediación de su
Hijo.
El cielo considera como de suma importancia la ciencia de la
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salvación, la ciencia de la verdadera piedad, el conocimiento que ha
sido revelado desde la eternidad, que entra en el plan de Dios, que
expresa su parecer y que revela su propósito. Si nuestros jóvenes
obtienen este conocimiento, podrán adquirir todo lo demás que sea
esencial; pero si no lo consiguen, todo el conocimiento que adquieran
del mundo no los pondrá en las filas del Señor. Pueden alcanzar todo
el conocimiento que puedan dar los libros, y sin embargo, ignorar
los primeros principios de aquella justicia que les dará un carácter
aprobado por Dios.
El peligro de la educación mundana
Muchos de los que colocan a sus hijos en nuestras escuelas ten-
drán grandes tentaciones porque desean para ellos lo que el mundo
considera la educación más esencial. A los tales quiero decirles:
Presentad a vuestros hijos la sencillez de la Palabra, y ellos estarán
seguros. Este Libro es el fundamento de todo verdadero conocimien-
to. La más alta educación que pueden recibir consiste en aprender a
añadir a su “fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento,
dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad;