El conocimiento esencial
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a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor”. “Porque
si estas cosas están en vosotros, y abundan—declara la Palabra de
Dios—, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conoci-
miento de nuestro Señor Jesucristo... porque haciendo estas cosas,
no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia
y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo”.
2 Pedro 1:5-11
.
Cuando se pone a un lado la Palabra de Dios, por libros que apar-
tan del Señor y confunden el entendimiento acerca de los principios
del reino de los cielos, la educación impartida es una perversión del
vocablo. A menos que el estudiante reciba alimento mental puro,
cabalmente limpio de todo lo que se llama “educación superior” y
está impregnado de incredulidad, no puede conocer verdaderamente
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a Dios. Únicamente los que cooperan con el cielo en el plan de
salvación, pueden saber lo que significa en su sencillez la verdadera
educación.
Los que procuran la que el mundo estima tanto, se ven gra-
dualmente alejados de los principios de la verdad, hasta llegar a
ser personas educadas mundanalmente. ¡Y qué precio han pagado
por su educación! Se han apartado del Santo Espíritu de Dios. Han
preferido aceptar lo que el mundo llama conocimiento en lugar de
las verdades que Dios ha confiado a los hombres por sus ministros,
apóstoles y profetas.
Y hay personas que, habiendo obtenido esta educación mun-
dana, creen que pueden introducirla en nuestras escuelas. Existe
el constante peligro de que los que trabajan en nuestras escuelas
y sanatorios alberguen la idea de que deben ponerse a la par del
mundo, estudiar las cosas que el mundo estudia, y familiarizarse con
las cosas comunes para el mundo. Cometeremos graves errores a
menos que dediquemos especial atención al estudio de la Palabra.
En nuestras escuelas la Biblia no debe introducirse entre enseñanzas
de la incredulidad. Debe ser el fundamento y la materia principal de
la educación. Es verdad que sabemos mucho más de esta Palabra
de lo que sabíamos en lo pasado, pero tenemos todavía mucho que
aprender.
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