Página 220 - Consejos para los Maestros (1971)

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Consejos para los Maestros
no haber vivido, que existir día tras día sin aquel amor que Cristo
recomendó a sus hijos.
Una naturaleza semejante a la de Cristo no es egoísta, carente de
simpatía, fría. Penetra en los sentimientos de los que son tentados,
y ayuda al que cayó para que haga de la prueba un peldaño que lo
lleve a cosas más elevadas. El maestro cristiano orará con el alumno
que yerra, pero no se airará con él. No hablará mordazmente al que
hace mal, desanimando así a un alma que está luchando con las
potestades de las tinieblas. Elevará su corazón a Dios en busca de
ayuda; y los ángeles vendrán a su lado, para ayudarle a levantar el
estandarte contra el enemigo; y así en vez de separar de la ayuda al
que yerra, se verá habilitado para ganar un alma para Cristo.
Exposición pública de las malas acciones
Debe tenerse mucho cuidado en hacer públicos los errores de los
estudiantes. Hacer una exposición pública del mal es perjudicial en
todo respecto para el que hace el mal, y no ejerce ninguna influencia
benéfica sobre la escuela. Nunca ayuda a un estudiante el humillarlo
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delante de sus condiscípulos. No sana ni cura nada, sino que deja
una herida mortificante.
El amor longánime y bondadoso no transformará una indiscre-
ción en una ofensa imperdonable, ni tampoco magnificará los errores
ajenos. Las Escrituras enseñan claramente que a los que yerran se
los ha de tratar con tolerancia y consideración. Si se sigue la debida
conducta, el corazón aparentemente endurecido puede ser ganado
para Cristo. El amor de Jesús cubre una multitud de pecados. Su
gracia no induce nunca a exponer los errores de otros, a menos que
ello sea positivamente necesario.
Estamos viviendo en un mundo duro, sin afecto ni caridad. Sata-
nás y sus ángeles están usando todos los medios a su alcance para
destruir las almas. El bien que un maestro hará a sus alumnos, estará
en proporción a la fe que tienen ellos. Y recuerde el maestro que los
menos afortunados, los que tienen un temperamento desagradable,
los toscos, tercos y huraños, son los que más necesitan de amor,
compasión y ayuda. Los que más prueban nuestra paciencia son los
que más necesitan nuestro amor.