Capítulo 41—Algunos principios de la
indumentaria sana
La Biblia nos enseña la modestia en el vestir. “Asimismo que las
mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia”.
1 Ti-
moteo 2:9
. Este pasaje prohíbe la ostentación en el vestir, los colores
chillones, los adornos profusos. Todo medio destinado a llamar la
atención a la persona así vestida, o a despertar la admiración, queda
excluido de la modesta indumentaria impuesta por la Palabra de
Dios.
Nuestro modo de vestir debe ser de poco costo; no con “oro,
ni perlas, ni vestidos costosos”. El dinero es un depósito que Dios
nos ha confiado. No es nuestro para gastarlo en la complacencia del
orgullo o la ambición. En manos de los hijos de Dios el dinero es
alimento para los hambrientos, y ropa para los desnudos. Es una de-
fensa para los oprimidos, un recurso de salud para los enfermos, y un
medio para predicar el Evangelio a los pobres. Podríais proporcionar
felicidad a muchos corazones usando sabiamente los recursos que
ahora se gastan para la ostentación. Considerad la vida de Cristo.
Estudiad su carácter, y sed partícipes con él en su abnegación.
En la sociedad así llamada cristiana se gasta en joyas y en ves-
tidos costosos e inútiles lo que bastaría para dar de comer a todos
los hambrientos y vestir a los desnudos. La moda y la ostentación
absorben los recursos con que se podría consolar y aliviar a los
pobres y a los enfermos. Privan al mundo del Evangelio del amor
del Salvador...
Pero nuestra indumentaria, si bien modesta y sencilla, debe ser
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de buena calidad, de colores decentes, y apropiada para el uso. Debe-
ríamos escogerla por su durabilidad más bien que para la ostentación.
Debe proporcionarnos abrigo y protección adecuada. La mujer pru-
dente descrita en los Proverbios “no tiene temor de la nieve por
su familia, porque toda su familia está vestida de ropas dobles”.
Proverbios 31:21
.
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