Página 271 - Consejos para los Maestros (1971)

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Confirmación de los principios correctos en los jóvenes
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se inclinan a relajar más bien que a duplicar sus propios esfuerzos
por custodiar y regir a sus hijos. Arrojan una tremenda carga sobre
los que sienten la responsabilidad. Cuando estos padres ven que sus
hijos se están desmoralizando, se inclinan a censurar a los que están
encargados de la obra, cuando los males han sido causados por la
conducta de los padres mismos.
En vez de unirse a los que llevan las cargas, elevar la norma
de la moral, y trabajar con corazón y alma en el temor de Dios
para corregir los defectos de sus hijos, muchos padres calman su
propia conciencia diciendo: “Mis hijos no son peores que otros”.
Procuran ocultar las faltas chocantes que Dios odia, no sea que sus
hijos se ofendan, y actúen en forma desesperada. Si el espíritu de
rebelión está en su corazón, será mucho mejor subyugarlo ahora
que permitirle crecer y fortalecerse por la indulgencia. Si los padres
quisieran hacer su deber, veríamos un estado diferente de cosas.
Muchos de estos padres se han apartado de Dios. No tienen sabiduría
de él para percibir las trampas de Satanás y resistirlas...
A cada hijo e hija debe pedírsele cuenta si se ausenta de la
casa de noche. Los padres deben saber en qué compañía se hallan
sus hijos, y en casa de quién pasan sus veladas. Algunos hijos
engañan a sus padres con mentiras para evitar que quede expuesta
su mala conducta. Hay quienes buscan la sociedad de compañeros
corrompidos, y visitan secretamente en la ciudad tabernas y otros
lugares prohibidos de placer. Hay alumnos que visitan los salones de
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billares y juegan a los naipes, lisonjeándose de que no hay peligro.
Puesto que buscan solamente divertirse, se sienten perfectamente
seguros. No son sólo los inferiores los que hacen esto. Algunos
de los que han sido cuidadosamente criados y enseñados a mirar
tales cosas con aborrecimiento, se están aventurando en el terreno
prohibido.
Los jóvenes deben ser dominados por principios firmes, a fin
de aprovechar debidamente las facultades que Dios les ha dado.
Pero los jóvenes siguen tanto y tan ciegamente los impulsos, sin
referencia a los principios, que están constantemente en peligro.
Siendo que no siempre pueden tener la dirección y protección de
padres y tutores, necesitan ser enseñados a regirse y dominarse a
sí mismos. Se les debe enseñar a pensar y actuar de acuerdo con
principios de conciencia.