Página 298 - Consejos para los Maestros (1971)

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Consejos para los Maestros
Espíritu de Dios, os ruego que la abráis y que roguéis con fervor:
“Mora conmigo”. Cuando el Espíritu Santo revela su presencia en
vuestra aula, decid a vuestros alumnos: “El Señor indica que él tiene
para nosotros hoy una lección de significado celestial, de más valor
que nuestras lecciones comunes. Escuchemos; inclinémonos delante
de Dios, y busquémosle de todo corazón”.
Permitidme deciros lo que yo sé de este Huésped celestial. El
Espíritu Santo se cernía sobre los jóvenes durante las horas de clase;
pero algunos corazones eran tan fríos y lóbregos que no deseaban
la presencia del Espíritu y la luz de Dios se retiró. El Visitante
celestial les habría abierto el entendimiento, les habría dado sabiduría
y conocimiento en todos los ramos de estudio que pudiesen emplear
para gloria de Dios. Vino a convencer de pecado, a enternecer los
corazones endurecidos por haber estado largo tiempo apartados del
Señor. Vino para revelar el gran amor con que Dios amó a estos
jóvenes...
Un principio de origen divino debe compenetrar nuestra con-
ducta y vincularla con el cielo. Esto no será de ninguna manera un
estorbo para el estudio de la ciencia verdadera. “El temor de Jehová
es el principio de la sabiduría” (
Proverbios 9:10
); y el hombre que
consiente en ser amoldado de acuerdo con la similitud divina, es la
obra más noble de Dios. Todos los que viven en comunión con el
Creador comprenderán el designio que él tenía al crearlos. Tendrán
un sentido de su propia responsabilidad para con Dios en cuanto a
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emplear sus facultades con el más elevado propósito. Procurarán no
glorificarse a sí mismos ni despreciarse tampoco...
El ideal de Dios para el hombre
Nunca degrada la religión de Cristo al que la recibe. Nunca lo
hace tosco o grosero, descortés, apasionado o de duro corazón ni
orgulloso. Por el contrario, refina el gusto, santifica el juicio, purifica
y ennoblece los pensamientos, poniéndolos en sujeción a Jesucristo.
El ideal de Dios para sus hijos es más elevado que cuanto pueda
alcanzar el pensamiento humano más sublime. El Dios vivo ha dado
en su santa ley un trasunto de su carácter. El mayor Maestro que
el mundo haya conocido es Jesucristo; y ¿cuál es la norma que ha
fijado para todos los que creen en él? “Sed, pues, vosotros perfectos,