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Consejos para los Maestros
Hay un estudio de la historia que no debe condenarse. La historia
sagrada fue uno de los estudios que se hacían en las escuelas de los
profetas. En la crónica de su trato con las naciones se trazaban las
huellas de Jehová. Así también debemos considerar hoy día los tratos
de Dios con las naciones de la tierra. Debemos ver en la historia
el cumplimiento de la profecía, debemos estudiar las obras de la
Providencia en los grandes movimientos de reforma, y entender la
marcha de los acontecimientos en la reunión de las naciones para el
conflicto final de la gran controversia.
Semejante estudio suministrará ideas amplias y comprensivas de
la vida. Nos ayudará a entender algo de las relaciones y dependencias
de ella, nos enseñará cuán maravillosamente unidos estamos en
la gran fraternidad de la sociedad y de las naciones, y hasta qué
extensión la opresión y la degradación de un solo miembro perjudica
a todos.
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Pero la historia tal como se suele estudiarla, se relaciona con las
hazañas de los hombres, sus victorias en la guerra, y su éxito en al-
canzar poder y grandeza. Pero la intervención de Dios en los asuntos
de los hombres se pierde de vista. Pocos estudian la realización del
designio divino en el levantamiento y decaimiento de las naciones.
La teología también hasta cierto punto, tal como es estudiada y
enseñada, no es más que la consignación de la especulación humana
que sólo “oscurece el consejo con palabras sin sabiduría”.
Job 38:2
.
Muchas veces el motivo para acumular tantos libros como éstos no es
el deseo de sacar de ellos alimento para el espíritu y el alma, sino más
bien la ambición de familiarizarse con filósofos y teólogos, el deseo
de presentar el cristianismo al pueblo en formas y proposiciones
cultas.
No todos los libros escritos pueden contribuir a una vida santa.
“Aprended de mí—decía el gran Maestro—‘llevad mi yugo sobre vo-
sotros’, aprended mi mansedumbre y mi humildad”. Vuestro orgullo
intelectual no os ayudará a entrar en contacto con almas que están
pereciendo por falta del pan de vida. Al estudiar estos libros, les
dais el lugar que ocupan en perjuicio y menoscabo de las lecciones
prácticas que deberíais aprender de Cristo. Con los resultados de
este estudio no se alimenta al pueblo. Muy pocas de tantas investiga-
ciones que cansan la inteligencia proporcionan lo que puede ayudar
a uno a trabajar con éxito en bien de las almas.