Página 328 - Consejos para los Maestros (1971)

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Capítulo 57—Los maestros y los estudiantes
Se nos ha advertido vez tras vez que el carácter de la educación
corriente del mundo no puede resistir la prueba de la Palabra de
Dios. El tema de la educación es un asunto que debe interesar a
todo creyente. El Señor nos dice: Los adventistas del séptimo día no
deben colocarse bajo el consejo y la instrucción de maestros que no
conocen la verdad para este tiempo. La obra de amoldar y modelar
las mentes no debe ser dejada a hombres que no han comprendido
la importancia de una preparación para la vida que se mide con la
vida de Dios.
Algunos de nuestros maestros han quedado hechizados por los
sentimientos de autores incrédulos. En una representación que se
me hizo, vi a alguien que sostenía en su mano uno de esos libros,
y lo recomendaba a nuestros maestros como obra en la cual podían
obtener verdadera ayuda en asuntos de educación. Otro mostraba
libros de un carácter completamente diferente. Colocó su mano
sobre el que había recomendado al autor incrédulo y dijo: “La clase
de consejos que ha dado Ud. abre la puerta para que Satanás con sus
sofismas pueda penetrar en vuestra escuela. Estos libros contienen
sentimientos que vuestros alumnos deben aprender a evitar. La mente
humana es fácilmente hechizada por los estudios que conducen a
la incredulidad. Estos libros producen en la mente de los alumnos
desagrado por el estudio de la Palabra de Dios, que es vida eterna
para todos los que siguen sus instrucciones. Tales libros no deben
hallar entrada en ninguna escuela donde se enseña a los jóvenes a
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aprender del Mayor de los maestros”.
Con voz solemne, el que hablaba continuó: “¿Halla Ud. en estos
autores algo que pueda recomendarse como esencial para la verda-
dera educación superior? ¿Se atrevería Ud. a recomendar su estudio
a alumnos que ignoran su verdadero carácter? Los hábitos erróneos
de pensar, una vez adquiridos, llegan a ser un poder despótico que
sujeta la mente con una garra de acero. Si muchos que han recibido
y leído estos libros no los hubiesen visto nunca, pero hubieran acep-
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