Página 333 - Consejos para los Maestros (1971)

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Una rápida preparacion para el trabajo
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La educación de Moisés
La educación recibida por Moisés, como nieto del rey, fue muy
esmerada. No se descuidó detalle que pudiese hacerle sabio en lo que
consideraban los egipcios como sabiduría. Pero la parte más valiosa
de la preparación de Moisés para la obra de su vida fue la que recibió
como pastor. Mientras apacentaba sus rebaños en los desiertos de
las montañas y las verdes dehesas de los valles, Dios le enseñó la
más alta sabiduría. En la escuela de la naturaleza, teniendo a Cristo
como su maestro, aprendió lecciones de humildad, mansedumbre,
fe y confianza que vincularon su alma más estrechamente con Dios.
En la soledad de las montañas aprendió lo que no había podido
impartirle toda su instrucción en el palacio del rey: una fe sencilla e
inquebrantable, y una constante confianza en el Señor...
Moisés había supuesto que su educación en la sabiduría de
Egipto le habilitaba plenamente para sacar a Israel de la servidumbre.
¿No era sabio en todas las cosas necesarias para un general de
ejército? ¿No había tenido las ventajas de las mejores escuelas
del país? Sí, se sentía capaz de librar a su pueblo. Inició su obra
procurando obtener su favor al corregir sus males. Mató a un egipcio
que abusaba de un israelita. En eso manifestó el espíritu del que
es homicida desde el principio, y demostró su incapacidad para
representar al Dios de misericordia, amor y ternura.
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Moisés fracasó miserablemente en su primera tentativa, y, como
muchos otros, perdió inmediatamente la confianza en Dios y dio
la espalda a la obra que le había sido señalada. Huyó de la ira de
Faraón. Concluyó que a causa del gran pecado que cometiera al
quitar la vida al egipcio, Dios no le permitiría tener parte alguna en
la obra de librar a su pueblo de su cruel esclavitud. Pero el Señor
permitió estas cosas a fin de poder enseñarle la mansedumbre, la
bondad y longanimidad que necesita poseer todo obrero del Maestro,
a fin de tener éxito en su causa...
Se le había enseñado a esperar adulación y alabanza por sus
capacidades superiores; ahora debía aprender una lección diferente.
Como pastor, aprendió a cuidar de las ovejas afligidas y enfermas, a
buscar pacientemente a la extraviada, a ser longánime con la indisci-
plinada, a suplir con tierna solicitud las necesidades de los corderitos
y de las ovejas viejas y débiles. En su experiencia fue atraído más