Página 336 - Consejos para los Maestros (1971)

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Consejos para los Maestros
Debe buscarse la dirección de Dios
Desde el primer momento en que abre un libro, el estudiante
debe reconocer a Dios como al Dador de la verdadera sabiduría y
procurar a cada paso el consejo divino. No debe hacerse arreglo
alguno del cual Dios no pueda formar parte, ni establecer vínculo
alguno que él no pueda aprobar. Desde el principio hasta el fin,
el Autor de la sabiduría debe ser reconocido como el guía. Así el
conocimiento obtenido de los libros será completado con una fe viva
en el Dios infinito.
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El estudiante no debe permitirse quedar ligado a ningún curso
particular que requiera largos períodos, sino que debe ser guiado en
tales asuntos por el Espíritu de Dios...
A nadie se le debe permitir que siga un curso de estudio que de-
bilite su fe en la verdad o en el poder del Señor, o reduzca su respeto
por una vida de santidad. Quisiera amonestar a los estudiantes que
no den un paso en ese sentido, ni aun por consejo de sus instructores
o de hombres que ocupan puestos de autoridad, a menos que primero
hayan buscado a Dios individualmente, con el corazón abierto a las
influencias del Espíritu Santo, y hayan obtenido su consejo acerca
del curso de estudio que contemplan. Eliminad toda ambición pro-
fana. Poned a un lado todo deseo egoísta de distinguiros, llevad a
Dios toda sugestión de los hombres, y confiad en la dirección de su
Espíritu...
No os confiéis a la custodia de los hombres, sino decid: “El
Señor es mi ayudador; buscaré su consejo; haré su voluntad”. Todas
las ventajas de que gocéis no pueden resultar en bendición para
vosotros, ni puede la educación más elevada prepararos para haceros
conductos de luz, a menos que tengáis la cooperación del Espíritu
divino. Nos resulta imposible recibir preparación de los hombres,
sin la iluminación divina, como fue imposible para los dioses de
Egipto librar a los que confiaban en ellos.
Los estudiantes no deben suponer que toda sugestión que se les
haga para prolongar sus estudios está en armonía con el plan de Dios.
Llevad toda sugestión al Señor en oración, y procurad su dirección,
no una sola vez, sino repetidas veces. Interceded con él hasta que
estéis convencidos de que el consejo es de Dios o del hombre...