Página 340 - Consejos para los Maestros (1971)

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Consejos para los Maestros
Hay una gran obra que hacer, y la viña del Señor necesita obreros.
Deben entrar misioneros en los campos antes que estén obligados
a cesar de trabajar. Hay ahora puertas abiertas por todos lados;
los estudiantes no pueden aguardar hasta terminar largos años de
preparación; porque los que nos restan no son muchos, y necesitamos
trabajar mientras dura el día...
Entiéndase que con estas palabras no digo nada que signifique
despreciar la educación, sino que hablo para amonestar a los que
están en peligro de llevar a extremos ilícitos lo que es lícito, y de
dar demasiada importancia a la educación humana. Insistid más
bien en el desarrollo de una experiencia cristiana, porque sin ésta la
educación del estudiante no tendrá valor.
Si veis que los alumnos están en peligro de engolfarse en sus
materias a tal punto que descuiden el estudio del Libro que les da
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información acerca de cómo asegurar el bienestar futuro de sus
almas, entonces no les presentéis la tentación de ir más hondo, de
prolongar el tiempo de su disciplina educativa. De esta manera se
perderá de vista todo lo que haría que la educación del alumno
tuviese valor para el mundo...
Mientras dure el tiempo, necesitaremos escuelas. Siempre se
necesitará educación; pero hemos de tener cuidado, no sea que ésta
absorba todo el interés espiritual. Hay peligro positivo en aconsejar
a los alumnos a que sigan un curso tras otro, e inducirlos a pensar
que al hacerlo alcanzarán la perfección. La educación así obtenida
resultará deficiente en todo sentido. El Señor dice: “Destruiré la
sabiduría de los sabios, y desecharé el entendimiento de los entendi-
dos. ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el
disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del
mundo? Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a
Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por
la locura de la predicación”.
1 Corintios 1:19-21
...
Moisés era sabio en toda la sabiduría de los egipcios. En la provi-
dencia de Dios recibió una educación amplia; pero gran parte de ésa
tuvo que desaprenderla y tenerla por insensatez. Su impresión tuvo
que ser borrada por cuarenta años de experiencia en el cuidado de
las ovejas y de los tiernos corderos. Si muchos de los que están rela-
cionados con la obra del Señor pudieran estar aislados como Moisés
y verse obligados por las circunstancias a seguir alguna vocación