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Consejos para los Maestros
ayudará a los que estén dispuestos a ser enseñados. Las palabras del
hombre, cuando tienen algún valor, son un eco de las palabras de
Dios; en la educación de los jóvenes, no deben nunca reemplazar a
la Palabra divina.
Las especulaciones filosóficas frías y las investigaciones cien-
tíficas en las cuales no se reconoce a Dios, son un daño positivo.
El mal se agrava cuando, como sucede a menudo, se coloca en las
manos de los jóvenes libros aceptados como autoridad y como ade-
cuados para su educación, pero de autores abiertamente incrédulos.
Entremezclados con todos los pensamientos presentados por estos
hombres, están sus sentimientos venenosos. Estudiar tales libros es
como manejar negros carbones; un alumno no puede guardar su
mente sin contaminación si piensa en las doctrinas escépticas.
Los autores de esos libros, que han sembrado la semilla de duda
e incredulidad por todo el mundo, han estado bajo el adiestramiento
del gran enemigo de Dios y el hombre, la cabeza reconocida de los
principados y potestades, el gobernante de las tinieblas de este mun-
do. La palabra que Dios habló acerca de ellos es: “Se envanecieron
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en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Pro-
fesando ser sabios, se hicieron necios”, “pues habiendo conocido a
Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias”.
Romanos
1:21, 22
. Rechazaron la verdad divina en su sencillez y pureza por
la sabiduría de este mundo.
Cuandoquiera que se da la preferencia a los libros de estos
autores incrédulos, y se hace secundaria la Palabra de Dios, saldrá de
las escuelas una clase de estudiantes que no estará mejor preparada
para el servicio de Dios que antes de haberse educado.
Causa de oposición a la Biblia
No por falta de evidencia dudan los hombres de la verdad divina;
no son incrédulos por ignorar el carácter de la Palabra de Dios. Pero
a causa del pecado todo el organismo humano está desordenado,
la mente corrompida, la imaginación pervertida. Las tentaciones
exteriores hallan respuesta en el corazón, y los pies se deslizan
imperceptiblemente hacia el pecado. Y así es como muchos odian la
Biblia. A algunos no les afligiría que no hubiese una sola Biblia en
el mundo.