Página 35 - Consejos para los Maestros (1971)

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El que enseña la verdad es el único educador seguro
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Solamente la sabiduría de Dios puede revelar los misterios del
plan de la salvación. La de los hombres puede ser o no muy valiosa,
según lo demuestre la experiencia; pero la sabiduría de Dios es
indispensable. Por cortos que nos quedemos en las realizaciones
mundanales, debemos tener fe en el perdón que a un costo infinito
ha sido puesto a nuestro alcance, o toda la sabiduría que obtengamos
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en la tierra perecerá con nosotros.
¿Haremos entrar en nuestras escuelas al sembrador de cizaña?
¿Permitiremos que hombres enseñados por el enemigo de toda ver-
dad eduquen a nuestros jóvenes? ¿O tomaremos la Palabra de Dios
como nuestra guía? ¿Por qué admitir como exaltada sabiduría las
palabras inestables de los hombres, cuando está a nuestra disposición
una sabiduría mayor y cierta? ¿Por qué presentar autores inferiores
a la atención de los estudiantes, cuando Aquel cuyas palabras son
espíritu y vida nos invita: “Venid... y aprended de mí”?
Mateo 11:28,
29
.
“Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida
que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del hombre os dará;
porque a éste señaló Dios el Padre”.
Juan 6:27
. Cuando obedezcamos
estas palabras, comprenderemos correctamente las enseñanzas de
las Escrituras, y estimaremos la verdad como el tesoro más valioso
que podamos atesorar en la mente. Tendremos dentro de nosotros
una fuente de agua viva. Oraremos como el salmista: “Abre mis ojos,
y miraré las maravillas de tu ley”. Y descubriremos, como él, que
“los juicios de Jehová son verdad, todos justos. Deseables son más
que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que miel, y
que la que destila del panal. Tu siervo es además amonestado con
ellos; en guardarlos hay grande galardón”.
Salmos 119:18; 19:9-11
.
Únicamente la vida puede engendrar vida. Únicamente tiene
vida el que está conectado con la Fuente de la vida, y únicamente
el tal puede ser conducto de vida. A fin de que el maestro pueda
lograr el objeto de su trabajo, debe ser una personificación viva de la
verdad, un conducto vivo por medio del cual puedan fluir la vida y
la sabiduría. Una vida pura, resultado de sanos principios y hábitos
correctos, debe ser considerada, por lo tanto, como su cualidad más
esencial.
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