Página 359 - Consejos para los Maestros (1971)

Basic HTML Version

Por no estudiar la palabra de Dios
355
go es tan sencillo que hasta un niño puede estudiarlo sin dejar de
comprenderlo. El monte de las bienaventuranzas es un símbolo de
la elevación espiritual en la cual siempre se hallaba Cristo. Cada
palabra que pronunciaba provenía de Dios, y hablaba con la au-
toridad del cielo. “Las palabras que yo os he hablado—dijo—son
espíritu y son vida”.
Juan 6:63
. Su enseñanza está llena de verdad
ennoblecedora y salvadora, con la cual no se pueden comparar las
más altas ambiciones humanas y las más profundas investigaciones.
El comprendía la terrible ruina que amenazaba a la raza, y vino
para salvar almas por su propia justicia, trayendo al mundo definida
seguridad de esperanza y completo socorro.
Debido a que las palabras de Cristo son despreciadas, y que la
Palabra de Dios recibe un lugar secundario en la educación, la incre-
dulidad y la iniquidad abundar. Cosas de menor importancia ocupan
hoy la mente de muchos de los maestros. Una masa de tradición,
que contiene simplemente una similitud de verdad, es introducida
en los cursos de estudios de las escuelas comunes. La fuerza de
mucha enseñanza humana se encuentra en las suposiciones, no en la
verdad. Los maestros del tiempo actual pueden usar tan sólo el saber
de los maestros anteriores; y sin embargo, con toda la ponderable
importancia que pueda reconocerse a las palabras de los mayores
autores humanos, hay una consciente incapacidad de remontarse al
gran principio primero, la Fuente infalible de sabiduría. Hay una
[426]
dolorosa incertidumbre, un constante escrutinio, una búsqueda de
seguridad que puede hallarse únicamente en Dios. Puede hacerse oír
la trompeta de la grandeza humana, pero su sonido es incierto; no es
fidedigno y no puede asegurar la salvación de las almas.
Al adquirir conocimiento terrenal, los hombres han pensado
ganarse un tesoro; y han puesto a un lado la Biblia, ignorando que
ella contiene un tesoro que supera todo lo demás. El no estudiar
ni obedecer la Palabra de Dios ha traído confusión al mundo. Los
hombres han abandonado la custodia de Cristo por la custodia del
gran rebelde, el príncipe de las tinieblas. El fuego extraño se ha
mezclado con el sagrado. La acumulación de cosas que favorecen la
concupiscencia y la ambición ha traído el juicio del cielo sobre el
mundo.
Cuando están en dificultad, los filósofos y los hombres de ciencia
procuran satisfacer su mente sin apelar a Dios. Ventilan su filosofía