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Consejos para los Maestros
acerca de los cielos y de la tierra, explicando plagas, pestilencias,
epidemias, terremotos y hambres, por sus supuestas ciencias. Las
cuestiones relativas a la creación y la providencia procuran resolver-
las diciendo: Es la ley de la naturaleza.
El conocimiento por la obediencia
La desobediencia ha cerrado la puerta que lleva a un vasto co-
nocimiento que podría haberse adquirido de la Palabra de Dios. Si
los hombres hubieran sido obedientes, habrían comprendido el plan
de gobierno de Dios. El mundo celestial habría abierto sus cámaras
de gracia y gloria a su exploración. En forma, en palabra, en canto,
los seres humanos habrían sido muy superiores a lo que son ahora.
El misterio de la redención, la encarnación de Cristo, su sacrificio
expiatorio, no serían cosas vagas para nuestra mente. No sólo se
comprenderían mejor, sino que se apreciarían mucho más altamente.
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El no haber estudiado la Palabra de Dios es la gran causa de la de-
bilidad e ineficiencia mentales. Al apartarse de ella para alimentarse
en los escritos de hombres no inspirados, la mente se empequeñece
y degenera. No se pone en contacto con los principios profundos y
amplics de la verdad eterna. El entendimiento se adapta a la com-
prensión de las cosas con las cuales está familiarizado, y en esta
devoción a lo finito se debilita, su poder se contrae, y después de un
tiempo se vuelve incapaz de expandirse.
Todo esto es falsa educación. La obra de cada maestro debe ser
aferrar la mente de los jóvenes a las grandes verdades de la Palabra
inspirada. Esta es la educación esencial para esta vida y la venidera.
Y no se crea que ello impedirá el estudio de las ciencias o hará
bajar las normas en la educación. El conocimiento de Dios es tan
elevado como el cielo y tan amplio como el universo. No hay nada
tan ennoblecedor y vigorizador como un estudio de los grandes
temas que conciernen a nuestra vida eterna. Procuren los jóvenes
comprender estas verdades dadas por Dios, y su mente se expandirá
y se fortalecerá con el esfuerzo. Pondrá a todo alumno que sea
hacedor de la Palabra en un campo más amplio de pensamiento, y le
asegurará una riqueza imperecedera de conocimiento.
La ignorancia que ahora aflige al mundo acerca de los requeri-
mientos de la ley de Dios, es el resultado de haber descuidado el