Página 362 - Consejos para los Maestros (1971)

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Consejos para los Maestros
que hable demostrará que se ha educado en la escuela del divino
Maestro.
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Hemos de considerar la Biblia como la revelación que Dios nos
hace de cosas eternas cuyo conocimiento nos resulta de la mayor
importancia. El mundo la arroja a un lado, como si hubiese termi-
nado su examen; pero mil años de estudio no agotarían el tesoro
escondido que contiene. Sólo la eternidad revelará la sabiduría de
este libro; porque es la sabiduría de una mente infinita. ¿Habremos,
pues, de cultivar un hambre profunda por las producciones de au-
tores humanos, y despreciar la Palabra de Dios? Este anhelo por
algo que jamás debieran anhelar hace que los hombres reemplacen
el verdadero conocimiento por lo que nunca los hará sabios para
la salvación. No se consideren los asertos humanos como verdad
cuando contradicen la Palabra de Dios.
El Creador de los cielos y de la tierra, la Fuente de toda sabiduría,
no es inferior a nadie. Pero los supuestos grandes autores, cuyas
obras se usan como libros de texto, son aceptados y glorificados, aun
cuando no tienen ninguna relación vital con Dios. Por un estudio
tal el hombre ha sido llevado por sendas prohibidas. La mente se
ha cansado hasta la muerte por un trabajo innecesario al procurar
obtener lo que es como el conocimiento que Adán y Eva obtuvieron
desobedeciendo a Dios.
Hoy los jóvenes dedican años a adquirir una educación que es
como paja y hojarasca, que ha de ser consumida en la última gran
conflagración. Dios no atribuye valor alguno a una educación tal.
Muchos estudiantes dejan la escuela sin tener la capacidad de recibir
la Palabra de Dios con la reverencia y respeto que le daban antes
de entrar. Su fe se ha eclipsado en el esfuerzo por sobresalir en los
diversos estudios. La Biblia no ha sido el tema vital de su educa-
ción, sino que libros mancillados de incredulidad y propagadores de
teorías malsanas han sido puestos delante de ellos.
Todos los asuntos innecesarios debieran desarraigarse de los
cursos de estudio; únicamente han de ponerse delante de los alumnos
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los estudios que les resulten de verdadero valor. Solamente con éstos
deben familiarizarse, a fin de obtener la vida que se mide con la vida
de Dios. Cuando se la incita a considerar los grandes temas de la
salvación, la mente se eleva cada vez más alto en la comprensión de
estos temas, dejando atrás los asuntos comunes e insignificantes.