Los maestros y la enseñanza
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del espiritual. Los mayores hombres, que han llegado a lo que el
mundo considera como admirables alturas de la ciencia, no pueden
compararse con el amado Juan o el apóstol Pablo. La más alta
norma de virilidad se alcanza cuando se combina el poder intelectual
con el espiritual. A los que hacen esto, Dios los aceptará como
colaboradores consigo en la preparación de las mentes.
Grande conocimiento es el conocerse a sí mismo. El maestro que
se estime debidamente permitirá que Dios amolde y discipline su
mente. Y reconocerá la fuente de su poder... El conocimiento propio
lleva a la humildad y a confiar en Dios; pero no reemplaza a los
esfuerzos para el mejoramiento de uno mismo. El que comprende
sus propias deficiencias no escatimará empeño para alcanzar la más
alta norma de la excelencia física, mental y moral. Ninguno que esté
satisfecho con una norma inferior debiera tener parte en la educación
de los jóvenes.
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Un ayudador eficaz
Por su precepto y ejemplo, el verdadero maestro procurará ganar
almas para Cristo. Debe recibir la verdad con amor, y permitir que
ésta limpie su corazón y amolde su vida. Todo maestro debe estar
bajo el dominio completo del Espíritu Santo. Entonces Cristo puede
hablar al corazón, y su voz es la voz del amor. Y el amor de Dios,
recibido en el corazón, es un poder activo para el bien, que vivifica
y ensancha la mente y el alma. Teniendo en su corazón el calor del
amor divino, el maestro exaltará al Hombre del Calvario, no para
dar a los estudiantes una vislumbre casual de él, sino para fijar su
atención hasta que Jesús les parezca ser el “señalado entre diez mil”,
y el “todo amable”.
Cantares 5:10, 16
, VM.
El Espíritu Santo es un auxiliador eficaz para restaurar la imagen
de Dios en el alma humana; pero su eficiencia y poder no han
sido apreciados en nuestras escuelas. Penetró en las escuelas de
los profetas, poniendo hasta los pensamientos en armonía con la
voluntad de Dios. Había una conexión viva entre el cielo y estas
escuelas; y el gozo y agradecimiento de corazones amantes hallaban
su expresión en cantos de alabanza a los cuales se unían los ángeles.
El Espíritu Santo viene al mundo como el representante de Cristo.
No solamente habla la verdad, sino que es la verdad, el Testigo fiel