Página 81 - Consejos para los Maestros (1971)

Basic HTML Version

Nuestro colegio
77
El director y los maestros deben tener una relación viva con
Dios, deben mantenerse intrépidamente firmes como testigos suyos.
Nunca permitan, por cobardía o por conveniencia mundanal, que
la Palabra de Dios sea puesta en último término. Por su estudio,
los alumnos aprovecharán tanto intelectualmente, como moral y
espiritualmente...
La responsabilidad del maestro
En nuestro colegio hay una obra para cada maestro. Ninguno
está libre de egoísmo. Si el carácter moral y religioso de los maestros
fuese lo que debiera ser, se ejercería una mejor influencia sobre los
estudiantes. Los maestros no procuran individualmente cumplir su
tarea sólo para la gloria de Dios. En vez de mirar a Jesús y copiar
su vida y carácter, miran al yo y procuran demasiado satisfacer una
norma humana.
¡Ojalá pudiese hacer sentir a cada maestro su plena responsa-
[88]
bilidad concerniente a la influencia que ejerce sobre los jóvenes!
Satanás es incansable en sus esfuerzos por obtener el servicio de
nuestros jóvenes. Con gran cuidado está tendiendo sus trampas para
los pies inexpertos. El pueblo de Dios debe precaverse celosamente
contra sus asechanzas.
Dios es la personificación de la benevolencia, la misericordia
y el amor. Los que están realmente relacionados con él no pueden
estar en divergencia unos con otros. Su espíritu, al gobernar en el
corazón, creará armonía, amor y unidad. Lo opuesto se ve entre los
hijos de Satanás. Su obra consiste en promover envidia, disensiones
y celos. En el nombre de mi Maestro, pregunto a los que profesan
seguir a Cristo: ¿Qué frutos lleváis?
En el sistema de instrucción seguido en las escuelas comunes,
se descuida la parte más esencial de la educación: la religión de
la Biblia. No sólo la educación afecta profundamente la vida del
estudiante en este mundo, sino que su influencia se extiende hasta la
eternidad. ¡Cuán importante es, pues, que los maestros sean personas
capaces de ejercer la debida influencia! Deben ser hombres y mujeres
de experiencia religiosa, personas que reciban diariamente luz divina
para impartirla a sus alumnos.