Página 84 - Consejos para los Maestros (1971)

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Consejos para los Maestros
Su Espíritu, obrando en el corazón, ha incitado toda facultad a una
acción vigorosa. El Señor vio en aquellas toscas piedras sin labrar,
un material precioso, que resistiría la prueba de la tempestad, del
calor y de la presión. Dios no ve como el hombre ve. No juzga por
las apariencias, sino que escudriña el corazón y juzga con justicia.
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El maestro debe conducirse siempre como un caballero cristiano.
Debe asumir la actitud de amigo y consejero de sus alumnos. Si todo
nuestro pueblo—maestros, ministros y miembros laicos—cultivase
el espíritu de la cortesía cristiana, le sería más fácil hallar acceso a
los corazones de la gente; muchos más serían inducidos a examinar
y recibir la verdad. Cuando cada maestro se olvide de sí mismo, y
sienta profundo interés por el éxito y la prosperidad de sus alumnos,
comprendiendo que son propiedad de Dios, y que él deberá dar
cuenta de su influencia sobre sus mentes y caracteres, entonces
tendremos una escuela en la cual los ángeles se deleitarán en estar.
Jesús mirará con aprobación la obra de los maestros, y enviará su
gracia al corazón de los estudiantes...
La verdadera prueba de la prosperidad
Si rebajáis la norma para obtener popularidad y aumentar el
número de alumnos, y luego os regocijáis por este aumento, ma-
nifestáis grande ceguera. Si el número fuese evidencia de éxito,
Satanás tendría derecho a la preeminencia; porque en este mundo,
sus seguidores son por mucho la mayoría. El grado de fuerza moral
que prevalece en el colegio es la prueba de su prosperidad. Es la
virtud, inteligencia y piedad de los hermanos que componen nuestras
iglesias, no su número, lo que ha de constituir una fuente de gozo y
agradecimiento.
Sin la influencia de la gracia divina, la educación no será una
ventaja real; ya que entonces el que aprende se vuelve orgulloso,
vano y fanático. Pero la educación que se reciba bajo la influencia
ennoblecedora y refinadora del gran Maestro, elevará al hombre en
la escala del valor moral ante Dios. Le habilitará para subyugar el or-
gullo y la pasión, y para andar humildemente delante de Dios, como
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dependiendo de él por toda capacidad, oportunidad y privilegio.
Hablo a los obreros de nuestros colegios: No sólo debéis profesar
ser cristianos, sino que debéis ejemplificar el carácter de Cristo. La