Página 85 - Consejos para los Maestros (1971)

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Nuestro colegio
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sabiduría de lo alto impregne toda vuestra instrucción. En un mundo
de tinieblas morales y corrupción, dejad ver que el espíritu que
os mueve a obrar es de lo alto, y no de abajo. Mientras confiéis
completamente en vuestras propias fuerzas y sabiduría, vuestros
mejores esfuerzos lograrán poco. Si sois impulsados por el amor a
Dios, y es su ley vuestro fundamento, vuestra obra será duradera.
Mientras que la prueba consuma la paja, la madera y la hojarasca,
vuestra obra resistirá.
Tendréis que volver a encontrar en derredor del gran trono blanco
a los jóvenes colocados ahora bajo vuestro cuidado. Si permitís que
vuestros modales incultos o vuestro genio irrefrenado os dominen, y
así dejáis de influir en estos jóvenes para su bien eterno, en aquel día
tendréis que afrontar las graves consecuencias de vuestro trabajo.
Por el conocimiento de la ley divina y la obediencia a sus preceptos,
los hombres pueden llegar a ser hijos de Dios. Por la violación de esa
ley, llegan a ser siervos de Satanás. Por un lado, pueden elevarse a
cualquier altura de excelencia moral; por otro lado, pueden descender
a cualquier profundidad de iniquidad y degradación. Los que trabajan
en nuestro colegio deben manifestar un celo y fervor proporcionados
al valor del premio que está en juego: las almas de sus alumnos, la
aprobación de Dios, la vida eterna y los goces de los redimidos.
Como colaboradores con Cristo, con tan favorables oportunida-
des de impartir el conocimiento de Dios, nuestros maestros deben
trabajar como inspirados de lo alto. Los corazones de los jóvenes
no están endurecidos, ni están estereotipadas sus ideas y opiniones,
como las de las personas de más edad. Por vuestra santa conducta,
vuestra devoción y vuestro andar como Cristo, los podéis ganar para
el Señor. Sería mucho mejor apremiarlos menos en el estudio de las
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ciencias, y darles más tiempo para los ejercicios religiosos. En esto
se ha cometido un grave error...
El propósito de Dios para el colegio
No se puede fijar límite a nuestra influencia. Un acto irreflexivo
puede resultar en la ruina de muchas almas. La conducta de cada
persona que trabaja en nuestro colegio, está haciendo impresiones
sobre las mentes de los jóvenes, impresiones que ellos llevarán
consigo al irse, y serán reproducidas en otros. Debe ser objeto del