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Consejos para los Maestros
fervientemente cómo pueden hacer trabajos prácticos para el Maes-
tro durante su vida estudiantil. Niéguense a agobiar las almas de sus
maestros manifestando un espíritu de liviandad y un descuido de los
reglamentos.
Los alumnos pueden hacer mucho para contribuir al éxito de la
escuela trabajando con sus maestros a fin de ayudar a otros alumnos,
y esforzándose celosamente por elevarse por encima de las normas
bajas y ordinarias. Los que cooperan con Cristo llegarán a ser refina-
dos en su habla y su genio. No serán indisciplinados y egoístas que
busquen sus propios placeres y satisfacción. Dedicarán todos sus
esfuerzos a trabajar con Cristo como mensajeros de su misericordia
y amor. Son uno con él en espíritu y en acción. Procuran almacenar
en la mente los preciosos tesoros de la Palabra de Dios, a fin de que
cada uno haga su obra señalada.
En todo trato con los estudiantes, debemos tener en cuenta la
edad y el carácter. No podemos tratar exactamente igual a los jóvenes
y a los viejos. En ciertas circunstancias, hombres y mujeres de sana
experiencia y buena conducta pueden recibir algunos privilegios que
no se darían a los estudiantes más jóvenes. La edad, las condiciones
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y la disposición mental deben tomarse en cuenta. Debemos ser
sabiamente considerados en todo lo que hacemos. Pero no debemos
disminuir nuestra firmeza y vigilancia al tratar con los estudiantes de
todas las edades, ni nuestra severidad al prohibir el trato sin provecho
e imprudente de los alumnos jóvenes y poco maduros.
En nuestras escuelas de Battle Creek, Healdsburg y Cooranbong,
he dado un testimonio directo acerca de estas cosas. Hay quienes
pensaban que las restricciones eran demasiado severas; pero les
dijimos claramente lo que podía ser y lo que no podía ser, mostrán-
doles que nuestras escuelas se han establecido a gran costo con un
propósito definido y que cuantos quisieran impedir el logro de este
propósito deben ser despedidos.
Vez tras vez he estado delante de los alumnos en la escuela de
Avondale, con mensajes del Señor acerca de la influencia deletérea
que tiene el trato libre y liviano entre jóvenes y señoritas. Les dije
que si no se cuidaban a sí mismos, y procuraban aprovechar de
la mejor manera posible su tiempo, la escuela no les beneficiaría,
y quedarían chasqueados los que sufragaban sus gastos. Les dije
que si estaban resueltos a cumplir su propia voluntad y andar en su