Página 163 - Consejos sobre Mayordom

Basic HTML Version

La simpatía por los pobres
159
La misericordia evidencia nuestra unión con Dios
Dios nos imparte su bendición para que podamos compartir lo
que tenemos con otros. Y mientras permitamos ser usados como
los conductos a través de los cuales pueda fluir su amor, él manten-
drá provistos esos conductos. Cuando pedís al Señor vuestro pan
cotidiano, él mira directamente vuestro corazón para ver si lo com-
partiréis con otros que tienen más necesidad que vosotros mismos.
Cuando oráis: “Dios, sé propicio a mí, pecador”, él observa para ver
si manifestaréis compasión con vuestros asociados. La evidencia de
nuestra conexión con Dios se manifiesta en que somos misericordio-
[171]
sos así como nuestro Padre que está en el cielo es misericordioso.
Si le pertenecemos, haremos gozosamente lo que él nos ordena,
aunque esto implique inconvenientes y aunque contraríe nuestros
sentimientos...
Desarrollaremos nuestro carácter cristiano al hacer las obras
de Cristo y al satisfacer tal como él lo hizo las necesidades de los
sufrientes y afligidos. Dios nos ha pedido para nuestro bien que
practiquemos la abnegación por amor a Cristo, que llevemos la cruz,
que trabajemos y nos sacrifiquemos mientras procuramos salvar a
los que están perdidos. Este es el proceso del Señor para refinar
y extraer el material inferior a fin de que los preciosos rasgos de
carácter que estaban en Jesús aparezcan en el creyente. Toda escoria
debe ser barrida del alma mediante la santificación de la verdad...
Por medio de la gracia de Cristo, nuestros esfuerzos por bendecir
a otros no sólo son los medios destinados a hacernos crecer en la
gracia, sino que también acrecentarán nuestra felicidad futura y
eterna. A todos los que han sido colaboradores con Cristo se les dirá:
“Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te
pondré; entra en el gozo de tu Señor”.
Mateo 25:21
.—
The Review
and Herald, 27 de junio de 1893
.
No hay que sostenerlos en el ocio
La costumbre de sostener a hombres y mujeres en el ocio me-
diante dones privados o el dinero de la iglesia estimula en ellos
malos hábitos. Hay que evitar concienzudamente este proceder. Ca-
da hombre, mujer y niño deberían ser educados para desempeñar un