Página 171 - Consejos sobre Mayordom

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Elogio de la liberalidad
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de los ricos traían sumas elevadas, que presentaban con gran os-
tentación. Jesús los miraba tristemente, pero sin hacer comentario
acerca de sus ingentes ofrendas. Luego su rostro se iluminó al ver
a una pobre viuda acercarse con vacilación, como temerosa de ser
observada. Mientras los ricos y altaneros pasaban para depositar sus
ofrendas, ella vacilaba como si no se atreviese a ir más adelante. Y
sin embargo, anhelaba hacer algo, por poco que fuese, en favor de
la causa que amaba. Miraba el donativo que tenía en la mano. Era
muy pequeño en comparación con los que traían aquellos que la
rodeaban, pero era todo lo que tenía. Aprovechando su oportunidad,
echó apresuradamente sus dos blancas y se dio vuelta para irse. Pero
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al hacerlo, notó que la mirada de Jesús se fijaba con fervor en ella.
El Salvador llamó a sí a sus discípulos, y les pidió que notasen la
pobreza de la viuda. Entonces sus palabras de elogio cayeron en los
oídos de ella: “De verdad os digo, que esta pobre viuda echó más
que todos”. Lágrimas de gozo llenaron sus ojos al sentir que su acto
era comprendido y apreciado. Muchos le habían aconsejado que
guardase su pitanza para su propio uso. Puesto en las manos de los
bien alimentados sacerdotes, se perdería de vista entre los muchos
y costosos donativos traídos a la tesorería. Pero Jesús comprendía
su motivo. Ella creía que el servicio del templo era ordenado por
Dios, y anhelaba hacer cuanto pudiese para sostenerlo. Hizo lo que
pudo, y su acto había de ser un monumento a su memoria para todos
los tiempos, y su gozo en la eternidad. Su corazón acompañó a su
donativo, cuyo valor se había de estimar, no por el de la moneda, sino
por el amor hacia Dios y el interés en su obra que había impulsado
la acción.
Jesús dijo acerca de la pobre viuda: “Echó más que todos”. Los
ricos habían dado de su abundancia, muchos de ellos para ser vistos
y honrados de los hombres. Sus grandes donativos no los habían
privado de ninguna comodidad, ni siquiera de algún lujo; no habían
requerido sacrificio alguno y no podían compararse en valor con las
blancas de la viuda.
El motivo es más importante que la cantidad
Es el motivo lo que da carácter a nuestros actos, marcándolos
con ignominia o con alto valor moral. No son las cosas grandes