Página 272 - Consejos sobre Mayordom

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Consejos sobre Mayordomía Cristiana
el pecado del mundo, deben utilizar libremente tal cosa para realizar
este propósito. El Señor emplea a los agentes humanos para que
éstos sean colaboradores con él en la salvación de los pecadores.
Todo el cielo está empeñado activamente en proporcionar faci-
lidades mediante las cuales extender el conocimiento de la verdad
a todos los pueblos, naciones y lenguas. Si los que profesan haber
sido verdaderamente convertidos no dejan brillar su luz para otros,
están descuidando el cumplimiento de las palabras de Cristo.
No necesitamos preocuparnos en pensar cuánto se ha dado a
la causa de Dios, sino más bien debemos considerar cuánto se ha
retenido de su tesorería para dedicarse a la complacencia del yo en la
búsqueda del placer y la gratificación de sí mismo. No necesitamos
contar cuántos obreros han sido enviados, sino más bien cuántos han
cerrado sus ojos del entendimiento para no ver cuál es su deber y
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para no ministrar a otros según sus diversas habilidades.
¡Cuántos podrían estar empleados ahora si en la tesorería hubiese
recursos para sostenerlos en la obra! ¡Cuántas facilidades podrían
utilizarse para extender la obra de Dios a medida que su providencia
abre el camino! Cientos de obreros podrían estar empleados en el
campo haciendo bien en diversos ramos, pero no están allí. ¿Por
qué? El egoísmo los mantiene en sus hogares; aman la comodidad
y por lo tanto permanecen alejados de la viña del Señor. Algunos
irían a regiones alejadas, pero no tienen los recursos para trasladarse
allá, porque otros han dejado sin hacer lo que deberían haber hecho.
Estas son algunas razones por las que unos pocos obreros tienen que
estar recargados como un carro bajo el peso de las gavillas, mientras
hay otros que no llevan carga alguna.—
The Review and Herald, 14
de julio de 1896
.
El peso que podría salvar un alma
El Señor ha hecho provisión para que todos puedan ser alcanza-
dos mediante el mensaje de la verdad, pero los recursos colocados
en las manos de sus mayordomos para ese mismo propósito, han
sido dedicados egoístamente a la gratificación de sí mismos.
¡Cuánto ha sido desperdiciado descuidadamente por nuestra ju-
ventud, gastado para la complacencia propia y la ostentación, en
cosas sin las cuales habrían podido ser igualmente felices! Cada peso