Página 274 - Consejos sobre Mayordom

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Capítulo 57—Palabras para la juventud
Mucho podría decirse a los jóvenes acerca de su privilegio de
ayudar a la causa de Dios aprendiendo lecciones de economía y
abnegación. Muchos piensan que deben complacerse en todo lo que
les plazca, y a fin de hacerlo, se acostumbran a vivir gastando todo lo
que reciben. Dios desea que hagamos mejor en este sentido. Pecamos
contra nosotros mismos cuando nos satisfacemos nada más que con
lo suficiente para comer, beber y vestir. Dios tiene algo más elevado
que esto para nosotros. Cuando estamos dispuestos a dejar de lado
nuestros deseos egoístas y a dedicar las facultades del corazón y la
mente a la obra de la causa de Dios, los instrumentos celestiales
colaborarán con nosotros y nos convertirán en una bendición para la
humanidad.
Aunque pueda ser pobre, el joven que es industrioso y econó-
mico debe ahorrar un poquito para la causa de Dios. Cuando yo
tenía sólo doce años de edad, ya sabía lo que significaba economizar.
Con mi hermana aprendimos un oficio, y aunque ganábamos sola-
mente veinticinco centavos por día, de esa suma podíamos ahorrar
un poquito para dar a las misiones. Ahorramos poco a poco hasta
que tuvimos treinta dólares. Luego, cuando recibimos el mensaje
de la pronta venida del Señor, juntamente con un llamamiento de
hombres y recursos, sentimos que era nuestro privilegio entregar
esos treinta dólares a nuestro padre y pedirle que los invirtiera en
revistas y folletos para enviarlos a los que estaban en tinieblas.
Es el deber de todos los que participan en la obra de Dios apren-
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der la economía en el empleo del tiempo y del dinero. Los que se
complacen en el ocio revelan que atribuyen poca importancia a las
verdades gloriosas que nos han sido encomendadas. Estos necesitan
aprender hábitos de laboriosidad y aprender a trabajar teniendo en
cuenta la gloria de Dios.
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