Página 275 - Consejos sobre Mayordom

Basic HTML Version

Palabras para la juventud
271
Hay que negar el yo y utilizar los talentos
Los que no ejercen buen juicio en el empleo del tiempo y el
dinero, deberían pedir consejos a los que tienen experiencia. Con
el dinero que ganamos en nuestro oficio, mi hermana y yo nos
comprábamos ropa. Entregábamos el dinero a nuestra madre y le
decíamos: “Compra de tal manera que cuando hayamos pagado
nuestra ropa todavía quede algo para dar a la obra misionera”. Ella
lo hacía así, y con esto estimulaba en nosotras un espíritu misionero.
La acción de dar como fruto de la abnegación constituye una
ayuda maravillosa para el dador. Imparte una educación que nos
capacita plenamente para comprender la obra de Aquel que anduvo
haciendo bienes, que alivió el sufrimiento y satisfizo las necesidades
de los pobres. El Salvador no vivió para agradarse a sí mismo. En
su vida no había ningún rastro de egoísmo.—
The Youth’s Instructor,
10 de septiembre de 1907
.
Los hijos pueden aprender la abnegación
Mientras los padres realizan sacrificios por amor al adelanto de
la causa de Dios, deberían enseñar a sus hijos también a participar
en esta obra. Los hijos pueden aprender a manifestar su amor hacia
Cristo negándose las cosas innecesarias en cuya adquisición mucho
dinero se desliza entre sus dedos. Esta obra debería realizarse en
cada familia. Requiere tacto y método, pero será la mejor educación
que puedan recibir los hijos. Y si todos los niñitos presentan sus
ofrendas al Señor, sus donativos serán como arroyitos que, cuando
unan sus caudales, llegarán a formar un río.
[308]
El Señor contempla con placer a los niñitos que se niegan a sí
mismos a fin de presentarle una ofrenda. Él se sintió complacido
con la viuda cuando ésta puso sus dos blancas en la tesorería, porque
ella dio con un corazón bien dispuesto. El Salvador consideró su
sacrificio realizado al dar todo lo que tenía, de más valor que los
donativos cuantiosos de los ricos, quienes no hacían ningún sacrificio
a fin de dar. Y él se alegra cuando los pequeños están dispuestos a
negarse a sí mismos a fin de convertirse en colaboradores juntamente
con él quien los amó, los tomó en sus brazos y los bendijo.—
The
Review and Herald, 25 de diciembre de 1900
.