Página 47 - Consejos sobre Mayordom

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Hay que sostener la obra de Dios
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mundo. La divulgación de estas verdades constituye nuestro trabajo.
El mundo tiene que ser amonestado y el pueblo de Dios debe ser fiel
a la comisión que se le ha dado. Sus integrantes no deben dedicarse a
especulaciones, ni tampoco han de establecer relaciones comerciales
con los incrédulos, porque éstos les impedirían llevar a cabo la obra
que se les ha dado que hagan.
Cristo dijo a su pueblo: “Vosotros sois la luz del mundo”.
Mateo
5:14
. No es asunto de poca importancia el que los consejos, los
propósitos y los planes de Dios nos hayan sido revelados claramente.
Es un privilegio maravilloso el poder comprender la voluntad de
Dios tal como ha sido manifestada en la segura palabra profética.
Esto coloca una pesada responsabilidad sobre nosotros. Dios espera
que impartamos a otros el conocimiento que nos ha proporcionado.
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El espera que los instrumentos divinos y humanos se unan en la pro-
clamación del mensaje de amonestación.—
The Review and Herald,
28 de julio de 1904
.
Hay que sostener las misiones en el extranjero
La simpatía del pueblo de Dios debería ser estimulada en cada
iglesia del país, y debería llevarse a cabo una acción abnegada para
satisfacer las necesidades de los diferentes campos misioneros. Los
hombres deberían dar testimonio de su interés en la causa de Dios
dando de su sustancia. Si ese interés se pusiera de manifiesto, existi-
ría el vínculo de la fraternidad y su fuerza aumentaría entre todos
los miembros de la familia de Cristo.
Esta obra de entregar fielmente todos los diezmos para que haya
comida en la casa de Dios, proporcionaría obreros para los campos
nacionales tanto como para los extranjeros. Aunque los libros y otras
publicaciones acerca de la verdad presente están derramando sus
tesoros de conocimientos en todas partes del mundo, sin embargo
hay que establecer puestos misioneros en diferentes lugares. El
predicador viviente debe proclamar las palabras de vida y salvación.
Hay campos abiertos que invitan a los obreros a entrar. La cosecha
está madura y por todas partes en la tierra se escucha el ferviente
llamado macedónico que pide obreros.—
The Review and Herald,
19 de febrero de 1889
.