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Conducción del Niño
atraídos a un hogar donde reina la discordia. Educad a vuestros hijos
para que hablen palabras que proporcionarán alegría y gozo.—
The
Review and Herald, 31 de diciembre de 1901
.
Estimulad una actitud alegre
—Si hay alguien que debe estar
continuamente agradecido, es el cristiano. Si hay alguien que disfruta
de felicidad, aun en esta vida, es el fiel seguidor de Jesucristo. Los
hijos de Dios tienen el deber de ser alegres. Deberían estimular una
actitud feliz. Dios no puede ser glorificado por sus hijos que viven
continuamente bajo una nube y que arrojan sombras dondequiera
que van. El cristiano debería arrojar luz en vez de sombra. ... Debe
tener un rostro alegre.—
The Review and Herald, 28 de abril de 1859
.
Los niños aborrecen la sombra de las tinieblas y la tristeza. Su
corazón responde a la brillantez, a la alegría y al amor.—
Consejos
Sobre la Obra de la Escuela Sabática, 109
.
Sonreíd, padres, sonreíd
—Algunos padres, y asimismo algu-
nos maestros, parecen haber olvidado que ellos también fueron
niños. Son solemnes, fríos, y no son simpáticos. . . . Sus rostros
habitualmente tienen una expresión seria y reprobadora. La alegría
o las travesuras infantiles, la inquieta actividad de la vida joven, no
encuentran excusa ante sus ojos. Las travesuras insignificantes son
tratadas como pecados graves. Esta disciplina no es la de Cristo. Los
niños educados en esta forma temen a sus padres o maestros, pero
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no los aman; no les confían sus experiencias infantiles. Así se matan
algunas de las cualidades más valiosas de la mente y el corazón,
como una planta tierna expuesta al viento gélido.
Sonreíd, padres; sonreíd, maestros. Si vuestro corazón está triste,
que vuestro rostro no lo manifieste. Que la luz de un corazón amante
y agradecido ilumine el rostro. Abandonad vuestra solemnidad de
hierro, adaptaos a las necesidades de los niños, y haced que os amen.
Debéis ganar su afecto si queréis impresionar sus corazones con la
religión.—
The Review and Herald, 21 de marzo de 1882
.
Una oración adecuada
—Alegrad vuestro trabajo con cantos
de alabanza. Si queréis tener un registro limpio en los libros del
cielo, nunca os impacientéis ni rezonguéis. Vuestra oración diaria
sea: “Señor, enséñame a hacer lo mejor. Enséñame cómo trabajar
más eficientemente. Dame energía y alegría”. . . . Poned a Cristo en
todo lo que hacéis. Entonces vuestra vida estará llena de alegría y
agradecimiento. . . . Hagamos lo mejor posible, avanzando gozo-