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Conducción del Niño
Los padres pensaron que amaban a sus hijos, pero han demos-
trado por sí mismos que son sus peores enemigos. Han permitido
que el mal cundiera sin restricciones. Han permitido que sus hijos
acaricien el pecado, que es como acariciar y mimar a una serpiente,
que no sólo pica a la víctima que la acaricia, sino a todos los que se
relacionan con ella.—
Fundamentals of Christian Education, 52, 53
.
Por pasar por alto errores clamorosos
—En vez de unirse con
los que llevan las cargas para elevar las normas de moral y trabajar
de corazón y alma en el temor de Dios para corregir los defectos
de sus hijos, muchos padres acallan su propia conciencia diciendo:
“Mis hijos no son peores que otros”. Tratan de ocultar los errores
clamorosos que Dios odia para que sus hijos nose ofendan y no
emprendan algún curso de acción desesperado. Si el espíritu de
rebelión está en su corazón, es mucho mejor dominarlo ahora que
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permitir que aumente y se fortalezca por la complacencia. Si los
padres cumplieran con su deber, veríamos un diferente estado de
cosas. Muchos de esos padres han apostatado de Dios. No tienen
sabiduría de lo alto para percibir los engaños de Satanás y resistir
sus trampas.—
Testimonies for the Church 4:650, 651
.
Por mimar y complacer a los hijos
—Con frecuencia los pa-
dres miman y complacen a sus hijos menores porque parece más
fácil manejarlos en esa forma. Es más suave permitir que hagan lo
que les plazca antes que reprimir las inclinaciones levantiscas que
surgen muy fuertemente en su pecho. Sin embargo, este proceder es
cobardía. Es algo impío eludir así la responsabilidad, pues vendrá
el tiempo cuando esos niños cuyas inclinaciones no dominadas se
han fortalecido hasta llegar a ser vicios absolutos, traerán reproche
y desgracia sobre sí mismos y sobre sus familias. Entran en las
ocupaciones de la vida sin estar preparados para sus tentaciones. No
son lo suficientemente fuertes para soportar perplejidades y prue-
bas; apasionados, despóticos, indisciplinados, tratan de que otros se
dobleguen a su voluntad, y al fracasar en esto, se consideran a sí mis-
mos maltratados por el mundo y se vuelven contra él.—
Testimonies
for the Church 4:201
.
Por sembrar semillas de vanidad
—Doquiera vayamos, vemos
a niños complacidos, mimados y alabados sin discreción. Esto tiende
a hacerlos vanos, osados y presumidos. Las semillas de vanidad son
sembradas fácilmente en el corazón humano por padres y tutores