Página 161 - Conducci

Basic HTML Version

Ventajas de los primeros años
157
sus enseñanzas engañosas, y toda su vida posterior llevó el oscuro
sello de la incredulidad.
Cuando Voltaire tenía cinco años de edad, aprendió de memoria
un poema de incredulidad, y su perniciosa influencia nunca se disipó
de su mente. Llegó a ser uno de los más efectivos agentes de Satanás
para apartar a los hombres de Dios. Millares se levantarán en el
juicio y culparán al incrédulo Voltaire por la ruina de su alma.
Cada joven determina la historia de su vida por los pensamientos
y sentimientos acariciados en sus primeros años. Los hábitos correc-
tos, virtuosos y viriles, formados en la juventud, se convertirán en
parte del carácter y, por regla general, señalarán el curso del indivi-
duo por toda la vida. Los jóvenes pueden convertirse en depravados
o virtuosos a elección propia. Tanto pueden llegar a distinguirse por
hechos dignos y nobles como por grandes crímenes y maldad.—
The
Signs of the Times, 11 de octubre de 1910
.
La recompensa de Ana
—A cada madre se confían oportunida-
des de valor inestimable e intereses infinitamente preciosos. Durante
los tres primeros años de la vida del profeta Samuel, su madre le
enseñó cuidadosamente a distinguir entre el bien y el mal. Usando
cada objeto familiar que lo rodeaba, procuró dirigir sus pensamientos
hacia el Creador. En cumplimiento de su voto de entregar su hijo al
Señor, con gran abnegación lo colocó bajo el cuidado de Elí, el sumo
sacerdote, para ser preparado para el servicio en la casa de Dios. . . .
Su primera educación lo indujo a mantener su integridad cristiana.
¡Qué recompensa recibió Ana! ¡Y qué estímulo a la fidelidad es su
[182]
ejemplo!—
The Review and Herald, 8 de septiembre de 1904
.
Cómo fue protegida la mente de José
—Las lecciones que dio
Jacob a José, en su juventud, al expresar su firme confianza en Dios
y relatarle vez tras vez las preciosas evidencias de la amante bondad
de Dios e incesante cuidado, fueron precisamente las lecciones que
necesitó en su destierro entre un pueblo idólatra. Usó prácticamente
esas lecciones en tiempo de prueba. Estando en la más difícil prueba,
acudió a su Padre celestial en quien había aprendido a confiar. Si los
preceptos y ejemplo del padre de José hubieran sido de un carácter
opuesto, la pluma de la inspiración nunca hubiera trazado en las
páginas de la historia sagrada el relato de integridad y virtud que
reluce en el carácter de José. Las primeras impresiones efectuadas en
su mente protegieron su corazón en la hora de la tremenda tentación