Página 173 - Conducci

Basic HTML Version

La voluntad como factor de éxito
169
que esa voluntad terca es parte de la herencia que ella le ha dado.
No considerará a la voluntad de su hijo como algo que deba ser
quebrantado. Hay veces cuando la determinación de la madre hace
frente a la determinación del hijo, cuando la firme y madura voluntad
de la madre hace frente a la irrazonable voluntad del hijo, y cuando
la madre dirige debido a su mayor edad y experiencia, o la voluntad
de la persona mayor es dominada por la voluntad menor e indis-
ciplinada del hijo. En tales oportunidades, hay necesidad de gran
sabiduría; pues mediante un trato imprudente o severa compulsión,
puede echarse a perder al niño para esta vida y la venidera. Todo se
puede perder por falta de sabiduría.
[197]
Esta es una crisis que rara vez debiera permitirse que se presen-
tara, pues tanto la madre como el niño pasarán por una dura lucha.
Debiera evitarse tal cosa con sumo cuidado. Pero si se llega a ese
punto, debiera verse que el niño se someta a la voluntad superior
del progenitor. La madre ha de mantener sus palabras en perfecto
dominio propio. No deben darse órdenes en voz alta. Nada debe
hacerse que desarrolle un espíritu desafiante en el niño. La madre
debe estudiar la forma de tratarlo de tal manera que sea atraído hacia
Jesús. Debe orar con fe para que Satanás no venza en la voluntad
del niño. Los ángeles celestiales están contemplando la escena.
La madre debe comprender que Dios es su ayudador, que el
amor es su éxito, su poder. Si ella es una cristiana sabia, no tratará
de dominar por la fuerza la voluntad del niño. Orará, y mientras ore,
experimentará una renovación de la vida espiritual dentro de sí. Y
verá que al mismo tiempo el poder que obra en ella también está
obrando en el niño. Y el niño, en vez de ser compelido, es dirigido
y se hace más suave. Así se gana la batalla. Cada pensamiento
bondadoso, cada acto paciente, cada palabra de sabia sujeción, es
como manzana de oro con figuras de plata. La madre ha ganado una
victoria más preciosa de lo que pueda expresar el lenguaje. Tiene luz
renovada y una experiencia mayor. La “luz verdadera, que alumbra
a todo hombre” de este mundo ha sometido la voluntad de ella. Hay
paz después de la tormenta, como el sol que brilla después de la
lluvia.—
Carta 55, 1902
.
Los padres debieran reprimir sus sentimientos juveniles
Poquísimos se dan cuenta de la importancia de reprimir, hasta donde