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Conducción del Niño
de obtener obediencia por medio de ruegos o sobornos y finalmente
acepta algún sustituto en vez de lo que exigía.—
La Educación, 282
.
Existe hoy en muchísimas familias mucha complacencia propia
y desobediencia que pasan sin ser corregidas, o por el contrario
se manifiesta un espíritu despótico que crea los peores males en
el carácter de los hijos. Los padres los corrigen a veces con tal
desconsideración que les amargan la vida, y los hijos pierden el
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respeto por sus padres y hermanos—
Carta 75, 1898
.
Los padres no comprenden los principios correctos
—Apena
el corazón ver la necedad de los padres en el ejercicio de la autoridad
que Dios les ha dado. Hombres que en todo lo demás son consecuen-
tes e inteligentes fracasan en la comprensión de los principios que
debieran emplear en la educación de sus hijos pequeños. No les dan
la instrucción correcta en el tiempo cuando ella, un ejemplo piadoso
y una firme decisión son indispensables para guiar correctamente la
mente inexperta que ignora las influencias engañosas y peligrosas
a las que tendrá que hacer frente por doquiera.—
Manuscrito 119,
1899
.
El mayor sufrimiento ha sobrevenido a la familia humana porque
los padres se han apartado del plan divino para seguir su propio
criterio y sus ideas imperfectas. Muchos padres obedecen a sus
impulsos. Se olvidan que el bien presente y futuro de sus hijos
requiere disciplina inteligente.—
Manuscrito 49, 1901
.
Dios no acepta excusas
—Con demasiada frecuencia, se crea un
estado de rebelión en el corazón de los hijos debido a la disciplina
errónea de los padres, cuando los hijos habrían formado buenos
y armoniosos caracteres si se hubiera seguido un curso de acción
adecuado.—
Testimonies for the Church 3:532, 533
.
Mientras los padres tengan la facultad de disciplinar, educar y
preparar a sus hijos, ejerzan esa facultad para Dios. El les requiere
una obediencia pura, impecable y recta. No tolerará ninguna otra
cosa. No excusará la mala dirección de los hijos.—
The Review and
Herald, 13 de abril de 1897
.
Hay que vencer el espíritu natural de obstinación
—Algunos
niños son naturalmente más obstinados que otros y no aceptan la dis-
ciplina, en consecuencia se vuelven muy antipáticos y desagradables.
Si la madre no tiene suficiente visión para tratar con este aspecto del
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carácter, se formará un estado de cosas muy desgraciado, pues tales