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Conducción del Niño
habrá alguien que se lamente de haber sido paciente y bondadoso
con sus niños?—
Manuscrito 114, 1903
.
La nerviosidad no es excusa para la impaciencia
—A veces
los padres disculpan su propia mala conducta con la excusa de que
no se sienten bien. Están nerviosos y piensan que no pueden ser
pacientes ni serenos, ni hablar de una manera agradable. En esto
se engañan y agradan a Satanás, quien se regocija de que ellos
no consideran la gracia de Dios como suficiente para vencer las
flaquezas naturales. Ellos pueden y deben dominarse a sí mismos en
toda ocasión. Dios se lo exige.—
Joyas de los Testimonios 1:134
.
A veces, cuando están fatigados por el trabajo u oprimidos por
las preocupaciones, los padres no mantienen un espíritu tranquilo,
sino que manifiestan una falta de tolerancia que desagrada a Dios
y ensombrece a la familia. Padres, cuando os sentís enojados, no
debéis cometer el gran pecado de envenenar a toda la familia con esa
irritabilidad peligrosa. En tales oportunidades, vigilaos doblemente
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y resolved que sólo saldrán de vuestros labios palabras amables
y animadoras. Al ejercer así el dominio propio, os fortaleceréis.
Vuestro sistema nervioso no será tan sensible. . . . Jesús conoce
nuestras debilidades y él mismo ha compartido nuestras vicisitudes
en todas las cosas, menos en el pecado. Por lo tanto, ha preparado
un camino adecuado para nuestra fortaleza y capacidad.
A veces parece que todo va mal en el círculo familiar. Hay mal
humor por doquiera y todos parecen muy desdichados y tristes. Los
padres echan la culpa a sus pobres hijos y piensan que son muy
desobedientes e indisciplinados, los peores hijos del mundo; cuando
la causa de la alteración está en ellos mismos. Dios les requiere
que ejerzan dominio propio. Debieran comprender que cuando se
entregan a la impaciencia y al enojo, hacen sufrir a otros. Los que
los rodean son afectados por el espíritu que manifiestan, y a su vez
expresan el mismo espíritu, el mal se aumenta.—
The Signs of the
Times, 17 de abril de 1884
.
A veces hay poder en el silencio
—Los que desean dominar a
otros deben primero dominarse a sí mismos. . . Cuando un padre o
maestro se impacienta, y corre peligro de hablar imprudentemen-
te, guarde silencio. En el silencio hay un poder maravilloso.—
La
Educación, 283, 284
.