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Conducción del Niño
con frecuencia, ¿tiene Ud. en cuenta que Dios lo hará responsable
por ese trato? No debiera tratar así a sus hijos tan ásperamente. Un
niño no es un caballo ni un perro a quien le d órdenes de acuerdo
con su voluntad imperiosa o que sea regido en todas las circunstan-
cias con un palo o un látigo, o mediante golpes dados con la mano.
Algunos niños son de un temperamento tan malo, que es necesario
que se los castigue físicamente, pero muchísimos casos se empeoran
mucho con esta clase de disciplina. . . .
Nunca levante la mano para darle un golpe a menos que, con
clara conciencia, Ud. pueda inclinarse delante de Dios y pedir su
bendición sobre la disciplina que está por aplicar. Fomente el amor
en el corazón de sus hijos. Presente delante de ellos motivos elevados
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y correctos que induzcan al dominio propio. No les d la impresión
de que deben someterse a un rgimen porque así lo determina su
voluntad arbitraria, porque Ud. es fuerte y ellos dbiles, porque Ud.
es el padre y ellos los hijos. Si Ud. quiere arruinar a su familia,
continúe gobernándola por la fuerza bruta, y resultará así ciertamen-
te.—
Testimonies for the Church 2:259, 260
.
Nunca sacudáis a un niño irritado
—Los padres no han dado a
sus hijos la educación correcta. Frecuentemente manifiestan las mis-
mas imperfecciones que se ven en los hijos. Comen indebidamente, y
esto atrae su energía nerviosa para el estómago, y no tienen vitalidad
para usarla en otras direcciones. No pueden controlar debidamente
a sus hijos debido a su propia impaciencia; ni pueden enseñarles
lo correcto. Quizá los toman ásperamente y les dan un golpe im-
paciente. He dicho que zamarrear a un niño hará que le entren dos
malos espíritus en vez de sacarle uno. Si un niño está equivocado,
zamarrearlo lo empeorará. No lo someterá.—
Testimonies for the
Church 2:365
.
Usad primero la razón y la oración
—Razonad primero con
vuestros hijos, señaladles claramente sus faltas, e impresionadlos
con el hecho de que no sólo han pecado contra vosotros sino contra
Dios. Con vuestro corazón lleno de compasión y dolor por vuestros
hijos descarriados, orad con ellos antes de corregirlos. Entonces
verán que no los castigáis porque os molestan, o porque queris
desfogar vuestro mal genio con ellos, sino por un sentimiento de
deber, para su bien, y os amarán y respetarán.—
The Signs of the
Times, 10 de abril de 1884
.