Página 215 - Conducci

Basic HTML Version

Con amor y firmeza
211
convierte en un déspota.—
The Review and Herald, 30 de agosto de
1881
.
Reprochad, pero con afectuosa ternura
—No hay duda de que
encontraréis faltas y descarríos en vuestros hijos. Algunos padres
os dirán que ellos hablan con sus hijos y los castigan, pero que no
ven que eso les haga verdadero bien. Tales padres sigan nuevos
métodos. Mezclen la bondad y el afecto y el amor en el gobierno
de su familia, y sin embargo sean tan firmes como una roca en los
principios correctos.—
Manuscrito 38, 1895
.
Los que tratan con los jóvenes no debieran ser de corazón duro,
sino afectuosos, tiernos, compasivos, corteses, atrayentes, sociables.
Sin embargo, debieran saber que se debe reprochar, y que se debe
reprochar firmemente para cortar de raíz algún mal proceder.—
Ma-
nuscrito 68, 1897
.
Se me ha instruido que diga a los padres: Elevad las normas
del comportamiento en vuestro propio hogar. Enseñad a vuestros
hijos que obedezcan. Dirigidlos con la influencia combinada del
afecto y una autoridad como la de Cristo. Sean vuestras vidas de
tal naturaleza que se os puedan aplicar las palabras de alabanza
referentes a Cornelio, de quien se dice que era “temeroso de Dios
con toda su casa”.—
The Review and Herald, 21 de abril de 1904
.
No seáis severos ni tampoco excesivamente indulgentes
—No
aprobamos aquella disciplina que desanime a los hijos mediante
ásperas censuras, o los irrite con una corrección airada y luego,
cuando cambia el impulso, trate de suavizarlos con besos, o dañarlos
[247]
con una complacencia malsana. Deben evitarse tanto la indulgencia
excesiva como la indebida severidad. Al paso que son indispensables
la vigilancia y la firmeza, así también lo son la simpatía y la ternura.
Padres, recordad que tratáis con niños que están luchando con la
tentación y que para ellos esos malos estallidos son tan difíciles
de resistir como lo son aquellos que asaltan a las personas de edad
madura. Los niños que realmente desean hacer lo correcto, quizá
fracasen vez tras vez y frecuentemente necesitan ser animados para
que sean enérgicos y perseverantes. Con solicitud y oración, ob-
servad cómo proceden esas jóvenes mentes. Fortaleced cada buen
impulso, animad cada noble acción.—
The Signs of the Times, 24 de
noviembre de 1881
.