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La disciplina laxa y sus frutos
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cuestionables e inciertos.—
The Review and Herald, 13 de abril de
1897
.
La complacencia con los hijos mayores
—Los padres y las
madres que debieran entender la responsabilidad que descansa sobre
ellos, relajan su disciplina para hacer frente a las inclinaciones de
sus hijos e hijas que van creciendo. La voluntad del hijo es la ley
que se reconoce. Las madres que no han sido firmes, consecuentes e
inmutables en su adhesión a los principios para mantener la sencillez
y la fidelidad, se vuelven indulgentes a medida que sus hijos llegan
a la edad adulta. En su amor por la ostentación, entregan sus hijos
a Satanás con sus propias manos, así como los apóstatas judíos los
hacían pasar por el fuego de Moloc.—
Manuscrito 119, 1899
.
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Deshonrando a Dios para ganar el favor de un hijo
—Los
padres y madres dan rienda suelta a las inclinaciones de sus hijos
impíos, y los ayudan con dinero y medios para que se luzcan en el
mundo.
íOh! íQué cuenta tendrán que rendir esos padres ante Dios!
Deshonran a Dios y enaltecen a sus hijos descarriados, abren la
puerta a las diversiones que en lo pasado condenaban por principio.
Han permitido que los juegos de naipes y los bailes ganen a sus
hijos para el mundo. Al mismo tiempo, cuando su influencia sobre
sus hijos debiera haber alcanzado el pináculo de la fuerza, al dar un
testimonio de lo que significa el verdadero cristianismo, a semejanza
de Elí, se colocan bajo la maldición de Dios al deshonrarlo y no
obedecer sus requerimientos, a fin de ganar el favor de sus hijos.
Pero una piedad a la moda no será de mucho valor en la hora de la
muerte. Aunque algunos ministros del Evangelio quizá aprueben
esta clase de religión, los padres hallarán que están dejando la corona
de gloria para obtener laureles que no son de valor. íDios ayude a
los padres y madres para que comprendan su deber!—
The Review
and Herald, 13 de abril de 1897
.
Sed lo que deseáis que sean vuestros hijos
—Sed lo que
deseáis que sean vuestros hijos. Por precepto y ejemplo, los pa-
dres han perpetuado su propio sello de carácter en su posteridad.
Las palabras y caracteres caprichosos, ásperos y descorteses se im-
presionan en los hijos, y en los hijos de los hijos, y así testifican
contra los padres los defectos de su enseñanza, de generación en
generación.—
The Signs of the Times, 17 de septiembre de 1894
.
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