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Capítulo 48—Las reacciones de los hijos
A la provocación
—A los hijos se les exhorta a obedecer a sus
padres en el Señor, pero a los padres también se les ordena: “No
provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina”.—
Manuscrito 38, 1895
.
A veces hacemos más para provocar que para ganar. He visto a
una madre arrebatar de la mano de su hijo algo que le ocasionaba
placer especial. El niño no veía la razón de ello, y naturalmente
se sintió maltratado. Luego siguió un altercado entre ambos, y un
vivo castigo puso fin a la escena, por lo menos aparentemente; pero
esta batalla dejó en la mente tierna una impresión que no se iba a
borrar fácilmente. Esa madre actuó imprudentemente. No razonó de
causa a efecto. Su acción dura, poco juiciosa, despertó las peores
pasiones en el corazón de su hijo, y en toda ocasión similar esas
mismas pasiones se iban a despertar y fortalecer.—
Consejos para
los Maestros Padres y Alumnos, 90
.
A la crítica
—No tenéis derecho de ensombrecer la felicidad de
vuestros hijos mediante la crítica o una severa censura por faltas
insignificantes. Los verdaderos errores debieran ser presentados tan
pecaminosos como realmente son, y debiera seguirse una conducta
firme y decidida para evitar que reaparezcan. Sin embargo, no se
debe dejar a los hijos en un estado falto de esperanza, sino con cierto
grado de ánimo para que puedan mejorar y ganar vuestra confianza
y aprobación. Los hijos quizá deseen hacer lo correcto, quizá se
propongan en su corazón ser obedientes, pero necesitan ayuda y
ánimo.—
The Signs of the Times, 10 de abril de 1884
.
A la disciplina demasiado áspera
—íOh, cómo se deshonra a
Dios en una familia donde no hay verdadera comprensión de lo que
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constituye la disciplina familiar y los hijos están confundidos en
cuanto a lo que es disciplina y gobierno! Es cierto que la disciplina
demasiado áspera, la crítica exagerada, las leyes y reglamentos no
requeridos, conducen al menosprecio de la autoridad y finalmente
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