Página 229 - Conducci

Basic HTML Version

Las reacciones de los hijos
225
a la desobediencia de aquellas reglas que Cristo quisiera que se
cumplieran.—
The Review and Herald, 13 de marzo de 1894
.
Cuando los padres muestran un espíritu áspero, severo y domi-
nante, se despierta en los hijos un espíritu de obstinación y terquedad.
Así los padres no ejercen la influencia suavizadora que podrían tener
sobre sus hijos.
Padres, ¿no podéis ver que las palabras ásperas provocan resis-
tencia? ¿Qué haríais si se os tratara con tanta desconsideración como
tratáis a vuestros pequeños? Es vuestro deber estudiar de causa a
efecto. Cuando regañasteis a vuestros niños, cuando con golpes de
enojo heristeis a los que eran demasiado pequeños para defender-
se, ¿os preguntasteis qué efecto tendría ese trato sobre vosotros?
¿Habéis pensado cuán sensibles sois a las palabras de censura o de
condenación? ¿Cuán rápidamente os sentís heridos si pensáis que
alguien deja de reconocer vuestras habilidades? No sois sino niños
crecidos. Pensad pues cómo deben sentirse vuestros hijos cuando
les dirigís palabras ásperas y cortantes, cuando los castigáis seve-
ramente por faltas que no son ni la mitad de ofensivas a la vista de
Dios como es el trato que les dais.—
Manuscrito 42, 1903
.
Muchos padres que profesan ser cristianos no están convertidos.
íCristo no habita en su corazón por fe! Su aspereza, su imprudencia,
su carácter indómito, disgustan a sus hijos y hacen que aborrezcan
toda su instrucción religiosa.—
Carta 18b, 1891
.
[263]
A la censura continua
—En los esfuerzos que hacemos por
corregir el mal, deberíamos guardarnos contra la tendencia a la
crítica o la censura. La censura continua aturde, pero no reforma.
Para muchas mentes, y con frecuencia para las dotadas de más fina
sensibilidad, una atmósfera de crítica hostil es fatal para el esfuerzo.
Las flores no se abren bajo el soplo del ventarrón.
El niño a quien se censura frecuentemente por alguna falta espe-
cial, llega a considerar esa falta como una peculiaridad suya, algo
contra lo cual es en vano luchar. Así se da origen al desaliento y
la desesperación que a menudo están ocultos bajo un aspecto de
indiferencia o baladronada.—
La Educación, 283
.
A las órdenes y la reprensión
—Algunos padres suscitan mu-
chas tormentas por su falta de dominio propio. En vez de pedir
bondadosamente a los niños que hagan esto o aquello, les dan órde-
nes en tono de reprensión, y al mismo tiempo tienen en los labios